Jueves 02 de Julio de 2009 Edicion impresa pag. 2 > Nacionales
OPINIÓN: Ahora, pasto y avena

El peronismo ratificó ayer la vigencia que en su seno tiene un viejo axioma muy suyo: Cuando sus jefes pierden, los peronistas los acompañan hasta el cementerio, pero no entran.

Esto le está pasando hoy al matrimonio Kirchner. Podados de poder el domingo, la derrota tiene una única metáfora: el cachetazo que le asestan desde el propio peronismo. Cuando desde esa geografía surgieron voces diciéndoles a él y a ella que no era aconsejable enaltecer las prepotencias de Luis D´Elía, él y ella respondieron con desdén. Cuando desde ese espacio, en ese mismo tenor les sugirieron que las bravuconadas de Guillermo Moreno eran propias de una textura cultural ideológica nazi, el matrimonio se irritó. Cuando le hicieron saber que Jaime ponía mucha neblina para el manejo de Transportes, la pareja se encaprichó. No atendió razones. Lo ratificó.

Nunca una respuesta sólidamente argumentada a la hora de escuchar esas voces, que no llegaron sólo del peronismo. El matrimonio se manejó desde el rústico convencimiento de "somos los mejores". La ética de un convencimiento autoritario por encima de la ética de la responsabilidad. Cuando el poder se ejerce en términos de lo absoluto, necesita de una única interpretación de la realidad: la suya. Lo demás no existe.

Pero existe. Y cuando por dialéctica propia de la historia se impone, clava sus picas. Y para el caso vale entonces otro axioma que viene del fondo de la historia del peronismo: para el que pierde, pasto y avena.

 

CARLOS TORRENGO

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