BAGDAD.- Las fuerzas iraquíes tenían a su cargo, a partir de ayer y por primera vez en seis años, el control de la seguridad en las ciudades tras el repliegue la víspera de las tropas estadounidenses, aunque atentados como el de Kirkuk, con 33 muertos, dan la pauta de la dificultad de ese desafío.
El presidente estadounidense, Barack Obama, quien se opuso a la guerra en Irak lanzada por su antecesor, George W. Bush, en marzo de 2003, consideró que la retirada norteamericana era un "importante hito" pero advirtió que se avecinaban "días difíciles" en Irak.
La retirada de las tropas a las afueras de pueblos y ciudades, fue marcada por un sangriento atentado con un coche bomba perpetrado contra un mercado muy concurrido en Kirkuk, a 225 km al norte de Bagdad, que dejó 33 muertos y 92 heridos el martes, según aseguraron las autoridades locales.
El ataque coincidió con el día en que 500.000 policías y 250.000 militares iraquíes empezaron a hacerse cargo de la seguridad en las zonas urbanas.