Jorge Sapag se dio el gusto ayer de emular la proeza del sobischismo del 23 de octubre del 2005, al colocar de un saque a dos diputados en el Congreso de la Nación.
No es poco mérito, teniendo en cuenta que al MPN siempre o casi siempre le han sido esquivas las elecciones legislativas.
Tampoco es poca cosa haber alcanzado esta performance con la prescindencia de Sobisch que, todo parece indicarlo, dejó al candidato de su partido librado a su suerte.
También es un triunfo con sabor a revancha para José Brillo: en 2007 los radicales y el PJ le arrebataron el municipio por un suspiro. Esta vez le tocó a él relegar, por muy poco, al candidato de la UCR.
Habrá que ver si el ex jefe de Gabinete se contenta con volver a pelear la intendencia capitalina o se siente autorizado a convertirse en un aspirante más a la gobernación.
Sapag ganó, pero no debería contentarse demasiado. Además de seguir gobernado en la crítica situación actual, deberá pasar por varias eliminatorias más a corto plazo: para empezar la interna que el domingo próximo lo enfrentará, a suerte y verdad, con el sobischismo. Luego vendrá la puja por el partido y finalmente, si no descarrila en el camino, la pulseada por la gobernación con su antiguo socio. A pesar de la derrota de ayer Quiroga también será de la partida. Después de todo, hizo una buena elección.
Además de Sobisch, que quedó afuera de la victoria emepenista, hubo ayer algunos contrastes. Para empezar el de Oscar Parrilli. En lugar de trabajar por la unidad sin sectarismos, el Frente para la Victoria hizo malabares para hegemonizar y perdió.
Desde el Frente Grande-Une Raúl Podestá, en fin, eligió restarle al kirchnerismo sabiendo que no podía ganar.