| Se lo advertí: la señora Gripe no iba a ceder el escenario así nomás. Ni las elecciones, ni Michael Jackson, ni el Sr. Obama espantando -y matando, como corresponde a su jerarquía- a una mosca, ni si el Sr. Kirchner iba a Gran Cuñado. Como la burbuja financiera, pasó de las altas esferas a la cotidiana realidad, realimentando el fenómeno. Con una diferencia: los virus son una compañía que no creó el capitalismo, ellos llegaron para quedarse, diré mejor: ellos no llegaron, ya estaban mucho, mucho antes que nosotros. Las estadísticas dicen que afecta masivamente a niños y jóvenes, y que a pesar de este dato, las muertes se dan generalmente en adultos. ¿Será cierto que los niños tienen un ángel aparte? Cuesta creerlo, cuando una ve estas criaturas derrumbadas en su energía característica y apabulladas por la enfermedad. Trato de ver detrás de esa piel febril. Puedo hacer un zoom y llegar hasta lo ínfimo, hasta la batalla que se está librando adentro, una formidable batalla entre anticuerpos y virus. ¿Usted vio esa película en que miniaturizan a un equipo y su nave, lo inyectan y deben llegar al cerebro de un imprescindible, un genio?, y entonces aparecen unas amebas impresionantes que se abalanzan sobre el extraño: los anticuerpos. Sí, puedo entrever esta batalla silenciosa. O no tanto: por afuera, tos, estornudos, llantito débil, respiración fatigosa... sí que es una guerra, eh? Ángel de los niños, ¿dónde estás? ¿Trabajando a desgano? ¿Qué reivindicaciones pueden tener los seres espirituales? Lógico: problemas de poder, qué novedad. Ya lo hizo Lucifer. Quizás ahora sea una cuestión de jerarquías, los serafines no deberían estar más cerca del centro, los querubines están para los cuadros, todo el trabajo lo hacen los sencillos ángeles. Oh, ángel de la infancia, no te hagas el humano, lo tuyo no tiene horario, esforzate un poco más. Aunque lo saques adelante al final, ¿no ves cómo se angustian las familias cuando sufren los retoños? Quizá sea porque mucho más de lo que se cree, ustedes tienen doble trabajo. Todos los mensajes nos mandan al médico, que venga la doctora, que llamen al enfermero, y de lo que nos olvidamos es que estos seres de batas claras son también padres y madres y conozco a varios tratando de curar un niño y preocupados por el suyo, que también está con algún cuadro gripal más o menos serio. Oh ángeles de los niños, hagamos conciliación voluntaria, dejemos el tema del poder para después, qué les parece. Y si algo debería dejarnos de enseñanza la señora Gripe, es cómo se hace la redistribución de la riqueza, el caballito de batalla de todas y todos quienes aspiraban a algún cargo electivo, cuestión ahora resuelta, me refiero a las aspiraciones: ya sabemos quién aspiraban y quiénes respiran con alivio: ¡entraron! La señora Gripe tomó a los de arriba, los bajó del avión, se metió en colectivos y taxis, colegios y jardines de infantes, cines y etcéteras, y derramó sin burocracia, a gran velocidad, su cornucopia virósica. Sin mucho discurso. Sin ninguno, en realidad. Cada estornudo, cada tos, disemina muchos, muchos gripitos y gripitas a setenta quilómetros por hora, en trayectorias parabólicas -anote el nivel de tecnología-, sin negociación, sin alianzas, mire si quienes integran los distintos tipos de poder hicieran algo levemente parecido con los fondos públicos, con las riquezas del mundo... Aprended, políticos y políticas. Ahora sabemos que la señora Gripe usa a los humanos ¡para contagiar a los cerdos! La biología dice que entre el ADN de este animal y el nuestro hay apenas algunas diferencias. Claro que deben ser fundamentales. Nos gustan las metáforas como parecen delfines, semejan chacales, volad cual águila, pero ¡¿cerdos?! Imposible. Un animal que no mira al cielo, vive hozando y gruñendo mientras revuelve lo que pueda para comer, porquerías o setas preciadas, mezcla cualquier cosa, un hocico empuja al otro... epa, epa, esto me resulta muy conocido, muy... humano. Oh, ángel de los niños. MARíA EMILIA SALTO bebasalto@hotmail.com | |