ROCA.- Cada Festival Internacional de Percusión es distinto y especial. Aunque en ocasiones los artistas repiten sus actuaciones, siempre contienen elementos inéditos. Nuevas búsquedas son propuestas desde el escenario.
Por supuesto, la semana del Festival estuvo compuesta de pequeños y grandes momentos. Todos valiosos. Entre los más cotidianos, y a su vez lo más apreciados por los artistas, están las clínicas, los talleres, ese tipo de actividades que ponen frente a frente al profesor y al alumno, para ubicarlos en un mismo plano de diálogo gracias al cual todos terminan aprendiendo lo suyo.
También quedan en la memoria las charlas informales en el café del IUPA, las "fugas" a algún pub de Roca y las cenas y almuerzos en el restaurante de la Fundación donde las conversaciones se hacen extensas y sabrosas. "Hay figuras que vinieron por segunda o tercera vez y eso los convierte en parte del encuentro. Lo sienten propio y al mismo tiempo todos, alumnos y profesores, conocen bien a estos artistas, es uno hecho que valoro. Lo otro es que son los propios músicos los que han comenzado a armar cosas entre ellos. Yo no intervengo en eso ni lo controlo. De pronto se arman dúos o grupos que terminan compartiendo el escenario en algunos temas y eso es muy rico artísticamente hablando", explica a "Río Negro", Angel Frette, director del evento, a pocas horas de que éste concluya por séptima vez.
Justamente, los pasajes brillantes (aunque la palabra sea injusta para con las experiencias anteriores que están lejos de resultar opacas), o al menos aquellos a los que el público en general tiene acceso, son los que transcurren en el escenario. Cada recital fue un hecho artístico que merece el recuerdo. Por mencionar algunos: Gerardo Salazar, indagó tanto en la intimidad como en el uso de la potencia capaz de emerger de los instrumentos; Juan Alamo nos permitió adentrarnos en la experimentación de diversos ritmos y géneros; Cergy Pontoise Percussion Group, en un concierto pleno, complejo y vital, se llevó una merecida ovación: la italiana Francesca Santangelo y el holandés Ruud Wiener (otro amigo fraterno de la casa), estuvo poblado de juegos de improvisación: y la presentación de Ted Piltzecker y John Wooton, acompañados por el Grupo de Jazz de Fundación Cultural Patagonia, con Santiago Aldana en clarinete y Ricardo Fiorio en bandoneón, nos mostró a dos artistas consagrados disfrutando la oportunidad de tocar juntos por primera vez y en la Patagonia.
El final estuvo a la altura de los acontecimientos con la presentación de Dan Moore, junto al Grupo de Jazz y el Quinteto de Vientos de Fundación Cultural Patagonia, el percusionista Oscar Albrieu, Ricardo Fiorio en bandoneón y los miembros del Ensamble de Percusión.
"Para el año que viene tengo muchas expectativas y varios proyectos", cuenta Frette quien siente que hay que ir por más.
En el bar quedan algunos estudiantes, Juan Alamo y Gerardo Salazar comparten un diálogo. John Wooton, aprovecha a dejarnos la dirección del sitio web que lleva su nombre. Será hasta el año que viene y será un gusto.