América Latina creció un 4,8% en el 2005, un 5,6% en el 2006, un 5,7% en el 2007 y un 4,6% en el 2008. A consecuencia de una crisis que no generó, sino de la que es una víctima más, sus economías decrecerán en el 2009 un 0,3% según CEPAL o un 0,6% de acuerdo con el Banco Mundial. Será una caída muy fuerte. Se está produciendo por diversas vías. En cinco de sus mayores economías, las exportaciones se redujeron un tercio entre agosto y diciembre del 2008. Los flujos de inversiones pueden caer a menos de la mitad en este año. El turismo está siendo afectado.
También disminuyen las remesas migratorias. Son del 18% al 24% del Producto Bruto de Honduras, Guyana, Haití, Jamaica y El Salvador, y del 6,6% al 12,1% del de Nicaragua, Guatemala, República Dominicana, Bolivia y Ecuador. Se redujeron en el último año un 8% en Guatemala y un 11% en México. Por ejemplo, las remesas desde España fueron en el 2008 un 7,1% menores al año anterior.
La región ha llegado a esta crisis con fortalezas macroeconómicas pero con marcados déficits sociales. Más de un tercio de su población es pobre y la desigualdad resulta la peor de todos los continentes. La combinación de la crisis con estas vulnerabilidades puede ser explosiva si no se adoptan las políticas más adecuadas.
Entre los posibles efectos sociales de la crisis se hallan:
1) Aumentará la desocupación. La tasa de desempleo urbano puede crecer, según la OIT, que ha ido aumentando sus proyecciones negativas desde el 7,5% al 8,4% y luego al 8,8%. Serían entre 2,3 millones y 3,2 millones de nuevos desocupados, que elevarían el total a 18,2 millones o 19,1 millones.
2) Los más afectados serán los jóvenes. En nueve países analizados la tasa de desempleo juvenil más que duplica la tasa de desocupación total. Aun en una de las economías más prósperas como la de Chile, el 20,2% de los jóvenes está sin trabajo. En Colombia, los desempleados en esa franja etaria son 978.000, el 50% del total nacional. En Perú, son el 22%. Uno de cada cuatro jóvenes latinoamericanos está fuera del mercado laboral... y del sistema educativo.
La crisis puede agravar aún mucho más la situación de los jóvenes. Eso ya está sucediendo en Estados Unidos. Un estudio del Center for Labor Market del pasado mayo concluye: "Cuanto más joven, más será expulsado del mercado de trabajo". En la medida en que se reducen los puestos de trabajo disponibles están quedando fuera los jóvenes, los pobres y los de menos educación. También se está produciendo el fenómeno de que los jóvenes graduados con título universitario están ingresando en trabajos que no requieren más calificación que uno secundario, desplazando así a sus pares menos educados.
3) Las mujeres pueden ser más discriminadas laboralmente. Ya previamente a la crisis, en el 2006, la tasa de desocupación femenina era un 56% superior a la masculina, y sus ingresos un 72% de los de los hombres. Pero en esta crisis esas brechas se están agudizando. Entre otras, actúan las estructuras machistas que siguen viendo al hombre como el sostén real del hogar y desvalorizan el rol laboral logrado con tanto esfuerzo por la mujer.
Ellas verán también aumentadas sus responsabilidades familiares por las dificultades económicas. En un mercado laboral mucho más tenso y disputado, se hará aún más difícil la situación de las mujeres solas jefas de hogar, que son un pilar de la familia en la región. Como media, un 33% de los hogares está dirigido por ellas. En el caso de Nicaragua es un 40%, en México un 26%. La CEPAL estimó que sin la barrera de protección que significan las trabajadoras al frente de hogares, la pobreza sería un 10% mayor en América Latina.
También puede producirse, como ha sucedido en crisis recientes en diversos países de la región, un aumento de las ya muy altas tasas de violencia doméstica, que van del 10% al 38% según el país. El estrés socioeconómico agudo que implica la crisis para muchas familias puede ser un disparador de estas conductas aberrantes que recién empiezan a ser denunciadas y sancionadas como corresponde.
4) Elevación del número de trabajadores pobres. La OIT proyecta que en un escenario pasivo, si no hay respuestas públicas de envergadura, el número de trabajadores con empleo pero cuyos sueldos serán menores que el umbral de la pobreza puede subir en cinco millones en el 2009.
5) Crecimiento de la vulnerabilidad en salud y protección social. La cobertura social de la región es limitada. Casi cuatro de cada 10 ocupados urbanos carecen de protección en salud y seguridad social. El crecimiento del trabajo informal por la crisis aumentará la población vulnerable.
Por otro lado, a pesar de progresos, la región tiene indicadores comprometidos en mortalidad infantil (multiplica por 10 la de los países nórdicos) y mortalidad materna (multiplica por 15 la de Canadá). Pueden potenciarse por el aumento de la pobreza en sus diversas expresiones.
6) Los riesgos en deserción escolar. América Latina tiene 110 millones de personas que no terminaron la primaria y sólo uno de cada dos jóvenes termina la secundaria. En la crisis puede aumentar significativamente el trabajo infantil, que lleva al abandono de la escuela en los primeros niveles. Hay 18 millones de menores de 14 años que trabajan. También el ingreso temprano al mercado de trabajo de los jóvenes de pocos recursos puede llevar a acortar sus años de estudio, en un mundo en donde es fundamental aumentar su capital educativo.
7) El fortalecimiento de las "trampas de la pobreza". El Banco Mundial estima que habrá seis millones nuevos de pobres en América Latina en este año. Muchos de ellos estarán encerrados en "trampas" que sólo políticas públicas agresivas pueden romper.
El círculo perverso que se produce es conocido. Siendo niños de hogares pobres, deberán trabajar, abandonarán la escuela, sólo podrán acceder a empleos marginales, carecerán de protección social y reproducirán la pobreza. Un alto porcentaje de los niños nacidos en hogares donde sus padres no terminaron la primaria tampoco la finalizan. En México, en 2008, mostrando cómo funcionan estas "trampas", el 83% de los ocupados con primaria incompleta no tenía seguridad social, frente al 45% en la población global.
La región tiene, a pesar de sus avances macroeconómicos, un fuerte talón de Aquiles social. Sus desigualdades agudas inciden en los altos niveles de pobreza. Lo ilustra el siguiente dato: a pesar de producir alimentos que podrían abastecer varias veces a su población, el 16% de los niños está desnutrido. Del 2005 al 2007, aun siendo época de bonanza económica, al subir el precio de los alimentos el total de personas desnutridas creció fuertemente, en seis millones llegando a los 51 millones. En América Latina el tema no es la producción, sino el acceso a los alimentos.
La crisis requerirá prestar máxima atención a lo social. Las ideas de ajuste ortodoxo practicadas en décadas anteriores pueden ser fatales, acentuar todas las tendencias referidas y generar altísimos niveles de conflictividad.
Entre otras áreas, hará falta mucha política contracíclica: invertir fuertemente en obra pública, potenciar el mercado interno, proteger la pequeña y mediana empresa, extender el crédito, blindar las inversiones en educación y salud, encarar especialmente el desempleo joven y las discriminaciones de género, ampliar la cobertura social...
¿Cómo financiarlo? Hay mucho terreno a explorar, desde los elevados niveles de evasión fiscal, pasando por la posibilidad de rehacer el anacrónico pacto fiscal actual, hasta el gasto militar, que creció un 30,54% en los últimos 10 años. Se necesitará, asimismo, junto con una política pública de calidad, responsabilidad social a escala de la empresa privada, movilizar el voluntariado y aumentar sustancialmente los niveles de concertación social.
Una ciudadanía cada vez más activa exige que, a diferencia de los ochenta y noventa, esta vez las prioridades deben estar claras. En primer lugar, debe quedar garantizado el derecho al trabajo y la dignidad de las grandes mayorías de la población que están en serio riesgo.
(*) Economista y asesor de gobiernos y organizaciones internacionales. Coautor junto con el premio Nobel Amartya Sen del libro Primero la gente.