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	Edades, horarios, características. Los hábitos de las potenciales víctimas son estudiados en detalle antes de dar un golpe. En Roca, al menos dos familias estaban en la mira.

ROCA (AR).- Cuando una familia o un comercio es elegido como blanco para un robo, nada parece quedar librado al azar. Algunos delincuentes no actúan "al voleo", sino con una minuciosa y prolongada tarea previa de inteligencia. Esa afirmación, muchas veces supuesta, quedó confirmada ayer gracias al hallazgo casual, en una vereda de Roca, de una serie de papeles en los que un "observador de víctimas" apuntaba cada detalle de los movimientos, horarios, vehículos y características que necesitaba para asegurarse el éxito en un inminente robo.

Los documentos, escritos a mano sobre hojas de cuaderno, estaban prolijamente doblados, tirados en la vía pública. Al abrirlos, la persona que los encontró descubrió un registro exacto de los movimientos habituales de al menos dos familias de Roca. También había un mapa perfecto de las oficinas y de la vivienda de otra de las potenciales víctimas, a quien le habían estudiado todos sus pasos y los de su entorno: "6.00: llega un auto (...) hombre viejo, 1.60, medio calvo de lentes. Abre estudio, desactiva alarma. 7.15: pasa trafic a buscar al hijo de (...) para llevarlo a la escuela. 8.00: llegan los otros empleados, que serían 4 aproximadamente". Y como si se tratara de un manual de instrucciones dirigido a un aprendiz, sobre la misma víctima el "observador" aclara al pie de sus anotaciones: "Mirarlo en ese horario todos los días para saber si no cambiaron la rutina, eso es importante".

Resulta difícil de creer, pero las personas, casas, oficinas y vehículos mencionados en estos documentos son personas que durante las últimas semanas estuvieron siendo discretamente observadas, sin sospecharlo. Hay alguien que conoce sus movimientos, sus hábitos y los de sus hijos, y hasta la distribución interna de sus casas.

El material encontrado ayer ya fue puesto a disposición de la policía y las víctimas elegidas fueron informadas gracias a la solidaridad de la persona que halló los documentos.

Al menos dos son los autores de las inquietantes anotaciones. En ambas, la ortografía y la caligrafía son llamativamente buenas y no hay ningún dato que haga referencia a quienes las escribieron.