Jueves 25 de Junio de 2009 Edicion impresa pag. 23 > Internacionales
Se diluye el prestigio del líder supremo en Irán
La protestas terminaron con un tabú que impedía criticar al ayatollah Khamenei. Se trata del representante de Dios, pero hoy lo insultan en lugar de reverenciarlo.

EL CAIRO.- Hace pocas semanas, hubiera sido un acto de desacato impensable: plantársele firme al líder supremo, ignorando su llamado a poner fin a las manifestaciones callejeras y abucheándolo. Pero las ruidosas protestas, de una magnitud que no se veía desde la revolución islámica de 1979, acabaron con un viejo tabú que impedía criticar abiertamente al ayatollah Ali Khamenei.

Hay quienes dicen que Khamenei es una de las principales víctimas de la crisis desatada por los cuestionamientos al conteo de votos de las recientes elecciones presidenciales y se preguntan si el cargo de líder supremo mantendrá su prestigio cuando muera el poderoso clérigo.

En un claro gesto para mostrar autoridad, Khamenei, rechazó ayer una propuesta del candidato presidencial opositor Mir Hossein Mousavi de formar una comisión independiente para revisar los resultados electorales.

Durante dos décadas, la palabra de Khamenei tuvo la fuerza de una ley en Irán, donde el líder supremo es visto por muchos como un representante de Dios en la Tierra. Hoy miles de manifestantes opositores lo insultan en lugar de reverenciarlo. Cánticos de "Muera Khamenei´´ reflejan la sorprendente pérdida de prestigio del religioso de 70 años.

"La disputa en torno a las elecciones puede debilitar aún más su autoridad política y religiosa, especialmente entre el clero tradicional, haciendo que dependa más de la Guardia Revolucionaria´´, la temida fuerza de seguridad, comentó Ali Nader, experto en Irán de la RAND Corp.

Khamenei se ha granjeado el apoyo de los militares y del aparato judicial, por lo que su condición de líder supremo no correría peligro. Avaló rápidamente la victoria aplastante del presidente Mahmoud Ahmadinejad sobre Mousavi en las elecciones y milicianos que le son leales aplastaron violentamente protestas callejeras al día siguiente de que él dio un sermón televisado en el que advirtió que las manifestaciones no podían continuar.

Ayer Khamenei insistió en que el gobierno no cederá a las presiones. "En relación con la situación actual, insisto en que hay que hacer cumplir las leyes. Ni el sistema ni el pueblo cederán a las presiones´´. Su manejo de la crisis y su respaldo al intransigente Ahmadinejad lo hicieron perder estatura entre la oposición. E incluso dos ex presidentes, que pueden ser considerados miembros de la elite --el reformista Khatami y Hashemi Rafsanjani- expresaron simpatías con los manifestantes, asestando otro golpe a Khamenei.

Cuestionar a una figura como Khamenei no es inusual en una democracia, pero constituye un gran acto de desafío en Irán y el clérigo ha quedado en situación debilitada. Es previsible que en el futuro surjan cuestionamientos de su liderazgo. Destituirlo será difícil, si no imposible, y no hay sucesores obvios. Pero es probable que su papel de ahora en adelante se vea disminuido, pues se lo ve como una figura divisiva, que no cumplió el papel que se espera de un padre de la nación.

Algunos expertos creen que podría reavivarse un viejo debate acerca de si Khamenei tenía las credenciales necesarias para asumir el cargo más alto que hay en Irán en 1989. El Consejo de Expertos, un poderoso cuerpo religioso, tiene autoridad para destituir a un líder, pero ello podría aumentar la agitación si la medida no tiene el respaldo de los militares y el poder judicial.

Otra posibilidad es que la gente se pregunte si, 30 años después de la revolución, todavía es necesaria la figura del líder supremo. Para eliminar ese cargo habría que modificar la constitución, algo que no será sencillo.

Rafsanjani no ha hecho pronunciamientos públicos al estallar la crisis, lo que genera sospechas de que podría estar complotando con otros clérigos. "Rafsanjani logró sacar al líder supremo de su pedestal al revelar que el ayatollah Khamenei toma partido en la política en lugar de ser un líder espiritual por encima de esas cosas.

En otras palabras, el líder supremo ha pasado a ser una figura divisoria, no alguien que fomenta la unidad´´, señaló.

(AP/DPA)

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