No sé si el resultado de las elecciones influirá tanto. En todo caso, hay un conjunto de tendencias existentes que indican que el escenario va a ser bastante diferente. Se ha frenado el proceso de crecimiento en Argentina y se inició un proceso de retracción en los primeros meses de este año.
Bajo cualquier perspectiva, en ningún caso implica que se pueda retomar un crecimiento de 7 u 8 por ciento. Lo que indica que en el escenario de los próximos dos años Argentina está en recesión o en un contexto de nulo o bajo crecimiento. Cualquiera de esta dos variantes implican agravamiento del cuadro social.
Pese al crecimiento de estos años, la Argentina no pudo resolver problemas sociales fundamentales, entre ellos, el desempleo y el empobrecimiento de su población. En un cuadro de recesión o de bajo crecimiento, el desempleo y el empobrecimiento tienden a subir.
El cuadro de conflictividad va a ser mayor. Esto se da a su vez en un contexto donde los recursos públicos, tanto a nivel nacional como provincial, son inferiores y donde por lo tanto la capacidad de gestionar los conflictos es más limitada. Sobre todo si no existen políticas públicas que rectifiquen la estrategias que hoy existen para darle ingresos al Estado.
Hoy hay que recuperar rentas para el Estado que están en manos privadas. Por lo tanto lo que va a haber es desaceleración del gasto. El financiamiento del megaplan de obra pública no existe. En el segundo semestre carece de financiamiento.
La Argentina tiene un proceso del fuga de capitales de 5.000 millones de dólares por trimestre. Si se mantiene y no hay política de regulación cambiaria distinta, vamos a tender hacia una mayor devaluación, con el impacto que esto tiene sobre los ingresos de la población.
Por lo tanto, estancamiento o nulo crecimiento, ajuste fiscal y ajuste cambiario, y escenario de conflicto para los próximos dos años. Para evitar esto se requerirían cambios sustanciales en la política económica.