El oficialismo peronista afrontará el domingo unas elecciones legislativas de mitad de mandato que, a la luz de los antecedentes, siempre resultaron decisivas para las gestiones de gobierno que las afrontaron.
La primera gestión que recibió un "urnazo" en contra fue la del radical Raúl Alfonsín, cuando a casi cuatro años de mandato, en 1987, perdió las elecciones parlamentarias y las de gobernadores. La derrota en la provincia de Buenos Aires, entonces, a manos de un peronismo renovado y 'desherminizado', resultó catastrófica para la suerte futura del gobierno de Alfonsín, porque además el justicialismo había ganado varias provincias hasta entonces en poder de la UCR.
Lejos había quedado el 52 por ciento de los votos conseguidos por Alfonsín en 1983. En los comicios legislativos de 1985 la UCR ya había experimentado una fuerte reducción de su caudal electoral, especialmente en el distrito bonaerense, ocasión en que el grueso del peronismo bonaerense tomó parte en un frente liderado por Antonio Cafiero, al margen de la estructura caduca del PJ que acaudillaba Herminio Iglesias.
Luego llegará la elección interna entre Carlos Menem y Cafiero, en 1998, cuyo ganador luego fue electo el 14 de mayo de 1989 y Alfonsín debió entregar el gobierno cinco meses antes de que culminase su mandato.
Menem transitó sin apuros electorales. Incluso en 1993, un aplastante triunfo en Buenos Aires, en la elección de renovación legislativa, le sirvió para presionar a la UCR y así negociar la reforma de la Constitución de 1994 con el fin de conseguir la reelección un año después.
Sin embargo, el menemismo también habría de sufrir luego una derrota electoral en Buenos Aires. En 1997, perdió allí con la frepasista Graciela Fernández Meijide, mientras que la derrota cayó sobre las cabezas de Eduardo Duhalde y de su esposa Hilda González, que había liderado su lista.
Ese triunfo apuró la alianza UCR-Frepaso que luego triunfó en octubre de 1999, mientras que la fórmula Duhalde-Ramón Ortega quedó en el camino y así Menem le tuvo que entregar la banda a Fernando de la Rúa. El radicalismo había llegado entonces otra vez en la Casa Rosada.
De La Rúa aplicó un severo ajuste, en el otoño de ese año se registró una masiva movilización opositora, principalmente de clase media, siguió enfrascado en el ajuste permanente, reconoció la ilegítima deuda externa y ratificó la ficción del uno a uno entre el peso y el dólar.
El creciente fastidio social y la reunificación del peronismo fue letal para esa gestión que navegaba a ciegas. En la primera elección de renovación parlamentaria, la Alianza UCR-Frepaso fue derrotada. El justicialismo se impuso entonces en 18 de los 24 distritos del país.
El PJ triunfó en Buenos Aires, Santa Fe, Córdoba, Entre Ríos, Misiones, Santiago del Estero, Salta, Jujuy, La Pampa, San Luis, Formosa, La Pampa, Santa Cruz, La Rioja, Mendoza, San Juan, Corrientes y Tucumán. De La Rúa, en medio de una imponente crisis política, tuvo que abandonar el gobierno cuando se habían cumplido dos años y días de haber asumido.
El actual oficialismo, que gobierna desde 2003, primero con Néstor Kirchner y desde 2007 con Cristina Fernández, pasó sin demasiados problemas la prueba de la renovación parlamentaria de 2005 y también la de hace dos años. Sin embargo, el kirchnerismo ahora está a días de una de esas elecciones en que su poder político podría quedar menguado y que seguramente necesitará conversar con quienes revalidaren títulos el domingo.
Por Horacio Raúl Campos(DYN)