Miércoles 24 de Junio de 2009 Edicion impresa pag. 37 > Deportes
OPINIÓN: Malas juntas

La política de estrechar lazos con el sector más poderoso y representativo de la barra, a cambio de una supuesta paz en las tribunas, quedó otra vez hecha trizas. Bastó que el sector minoritario y desplazado reclamara su espacio a los tiros para que nuevamente el fútbol argentino reavive debates ya anacrónicos sobre cómo solucionar la violencia en las canchas. ¿O acaso alguien cree que los incidentes del último fin de semana sólo son posibles en Huracán?

El episodio alcanzó violencia pico justamente porque Huracán es puntero. Eso hace que el negocio del barra brava, la reventa de boletos y otros "quioscos" menores, sea más atractiva, más aún cuando se acerca el Mundial de 2010 y los barras sueñan con "hacer caja para hacerle el aguante" a la selección, según su propia jerga. Dio una fuerte sensación de pena que el hecho haya sucedido en medio de la fiesta de fútbol que propone el equipo de Angel Cappa y en medio también del emotivo folklore de sus hinchas que vuelven a la cancha después de muchos años, como reencontrándose con un juego que creían perdido. Se sabe de padres ya bien canosos que decidieron reagruparse con viejos amigos para revivir alegrías con sus hijos y con burlas pero también temores ciertos de que cada hincha "resucitado" pudiera ser mufa y frenar la racha de victorias.

En estas horas no se habla del buen juego ni de ese folklore. Los trapos sucios del fútbol argentino se adueñaron otra vez del escenario. Ocultarlos otorgándole prebendas a los barras más poderosos no fue otra vez la mejor solución. Bien lo sabe River Plate, que practicó ese ejercicio durante años, hasta que todo estalló a pedazos, con barras presos y dirigentes procesados.

La organización Salvemos al fútbol.org difundió esta semana un minucioso estudio que demuestra que las últimas muertes del fútbol son producto más de disputas internas que de peleas contra barras rivales. Los hinchas se pelean hoy por ese botín. Y si los clubes siguen premiando a los más poderosos, que ganaron su sitial a los tiros, ya llegarán otros reclamando su lugar, también a los tiros. Suena por momentos patética la explicación del gobierno de que el incidente de Huracán es "ajeno" al fútbol.

Muchos temen a lo que pueda ocurrir en la última fecha contra Vélez. Su barra lleva ya mucho tiempo en paz. Claro, tienen entradas y viajes pagos, manejan la pileta, un evento a fin de año, reventa de boletos hasta en recitales, diez presencias aseguradas en el Mundial de Sudáfrica y hasta una oficina en el Polideportivo. Lo contó en abril pasado una crónica en el diario Olé del periodista Gustavo Grabia, por lejos, el mejor informado en Argentina sobre el fenómeno de las barras. En el club le contestaron que fue mejor arreglar con "La Pandilla de Liniers" porque los otros, "los de Fuerte Apache, son peor". Hasta que se enojen. Como pasó en Huracán. Como puede suceder cualquier domingo en cualquier equipo del fútbol argentino.

POR EZEQUIEL FERNÁNDEZ MOORES

Use la opción de su browser para imprimir o haga clic aquí