"Estados Unidos juega sin presión y eso lo vuelve peligroso", dijo ayer el entrenador español Vicente Del Bosque, en la previa del duelo por un lugar en la final de la Copa de las Confederaciones, que comenzará a las 15, en Bloemfontein, Sudáfrica.

Del Bosque les mostró videos a sus jugadores y advirtió sobre los movimientos de Estados Unidos, mientras él mismo prepara la inclusión de Cesc Fábregas en el medio para dejarle libre el lateral derecho a Sergio Ramos.

Estados Unidos, semifinalista casi milagroso, luego de que Italia cayó 3-0 ante Brasil, le renovó credenciales al técnico Bob Bradley, que parecía a un paso del despido tras las dos primeras caídas en la competencia. Pero una victoria ante Egipto en la última jornada, lo colocó entre los cuatro mejores.

España, el seleccionado número uno en el ranking de la FIFA y actual campeón de Europa, no pudo entrenarse por la mañana (si lo hizo por la tarde) en el campo de Bloemfontein debido al estado del terreno de juego, afectado por las lluvias torrenciales.

La organización decidió regalar entradas a escuelas y autoridades locales con el fin de que "los aficionados tengan la oportunidad de disfrutar del partido", informó Nicolas Maingot, director de comunicación de FIFA. Lo cierto es que la Copa no despierta adhesiones masivas, situación que preocupa al comité organizador y a la FIFA, de car al Mundial del año que viene.