Ya que a esta altura nadie supone que las elecciones legislativas que por suerte culminarán el domingo tengan algo que ver con pormenores engorrosos como propuestas e ideas, los candidatos de las diversas listas están concentrándose en hacer chocar a sus rivales. Conscientes de que los ataques directos suelen resultar contraproducentes porque llaman la atención sobre la mala voluntad del atacante, están ensayando maniobras cada vez más complicadas. En la provincia de Buenos Aires, el escenario de los enfrentamientos más duros, tanto el gobernador Daniel Scioli como el ex presidente Néstor Kirchner están procurando impulsar la campaña de la radical Margarita Stolbizer, cabeza de lista del Acuerdo Cívico y Social, con la esperanza de frenar así el presunto ascenso del compañero Francisco de Narváez. Por su parte, Stolbizer y sus simpatizantes insisten en que no hay ninguna diferencia significante entre las dos facciones peronistas cuya lucha interna, al polarizar el electorado, ha asestado un golpe acaso mortal a las perspectivas de la versión actual de la Alianza radical-progresista. Huelga decir que los partidarios de Unión PRO están igualmente decididos a sembrar confusión. Según el ex gobernador bonaerense Felipe Solá, Stolbizer y Scioli son "socios". Aunque sea poco creíble la noción de un pacto tácito entre el kirchnerismo y los seguidores de Elisa Carrió, la operadora principal del Acuerdo Cívico y Social, no cabe duda de que las acusaciones en tal sentido han perjudicado a los deseosos de captar el grueso del voto progresista tanto en la provincia de Buenos Aires como en la Capital Federal, donde el izquierdista nostálgico Fernando "Pino" Solanas amenaza con desplazar a Alfonso Prat Gay, que se ve acompañado por Carrió, del segundo lugar detrás de la lista de PRO capitaneada por Gabriela Michetti.

Son dos los motivos por los que el panorama preelectoral se ha hecho tan absurdamente confuso que se asemeja más a un juego anárquico de autitos chocadores que a una carrera normal. Uno consiste en la resistencia de todos los participantes a comprometerse con propuestas que sean a un tiempo atractivas y factibles, lo que puede entenderse en vista de lo poco populares que forzosamente serían las medidas necesarias para corregir las muchas distorsiones económicas que se han producido en los últimos años, además, claro está, de atenuar los gravísimos problemas sociales que los políticos han ido denunciando, con la indignación y angustia apropiadas, desde hace más de un siglo. Otro consiste en el intento mal aconsejado del ex presidente Kirchner de asegurarse resultados que le sirvan para conservar el poder desmedido que logró construir un lustro atrás cuando todo hacía prever que la ciudadanía aprovecharía la ocasión brindada por las elecciones para manifestar su bronca. Los malabarismos ensayados por Kirchner han contribuido a sembrar desconcierto, de esto no hay duda, pero distan de haberle garantizado un final feliz. Por el contrario, al acercarse el día de las elecciones, lo que hará en un esfuerzo por continuar desempeñando un papel decisivo se ha convertido en uno de los temas favoritos de los analistas.

Al alejarse De Narváez de Stolbizer en las encuestas bonaerenses, ha cobrado peso la idea del "voto útil", es decir, de la mejor manera de oponerse al protagonismo de los Kirchner. El más beneficiado será De Narváez, lo que es un tanto paradójico ya que tiene mucho más en común con el ex presidente que lo que podría tener la líder del Acuerdo Cívico y Social, pero desgraciadamente para ésta la política es así en un momento en que cuenta más la hostilidad hacia una figura determinada que el entusiasmo por cualquier "proyecto". De todos modos, la incidencia en distritos clave del "voto útil" hará todavía más difíciles los intentos de interpretar los resultados, ya que una proporción significante del caudal de Unión PRO en la provincia de Buenos Aires se verá aportada por personas que en otras circunstancias no vacilarían en votar por la agrupación heredera de la Alianza, mientras que los Kirchner procurarán convencer a los demás de que son los dueños legítimos de una multitud de votos conseguidos no por ellos mismos sino por sus auxiliares testimoniales, de esta forma exagerando las dimensiones de su propia cosecha.