Martes 23 de Junio de 2009 20 > Carta de Lectores
Hacia la salida

Al hacer de las elecciones legislativas del domingo próximo una especie de plebiscito -uno limitado a la provincia de Buenos Aires-, sobre su propia persona, el ex presidente Néstor Kirchner se tendió una trampa de la que le será casi imposible salir. Aun cuando su lista aventaje, por un voto o por muchos, a la del empresario nacido en Colombia Francisco de Narváez, habrá sufrido una derrota devastadora. Como entienden muy bien los comprometidos con el movimiento peronista, lo más llamativo de la campaña ha sido la incapacidad manifiesta del hombre que hace apenas dos años era el político más popular, y por un margen muy amplio, más poderoso del país para superar a un desafiante que ha tenido que invertir muchísimo dinero para hacerse conocer y que, para más señas, se ha visto involucrado, aunque sólo fuera tangencialmente, en una causa vinculada con el narcotráfico. Por lo demás, en un esfuerzo desesperado para ahorrarse una humillación a pesar de disponer de los recursos del Estado nacional, Kirchner se las arregló para desvirtuar el proceso electoral llenando sus listas con los tristemente célebres candidatos testimoniales, entre ellos el gobernador bonaerense Daniel Scioli y casi cincuenta intendentes, pero aun así los encuestadores coinciden en que podría triunfar el candidato de la recién conformada Unión-Pro.

Es verdad que en las elecciones presidenciales el ganador, aunque fuera por un solo voto, suele alzarse con el premio. Merced a la decisión de Carlos Menem de no participar del ballottage por saber que votaría en su contra la mayoría abrumadora en el 2003, Kirchner consiguió las llaves de la Casa Rosada en base al 22% de los votos sin que a nadie se le ocurriera cuestionar la legitimidad de su victoria. Pero desgraciadamente para el ex presidente, no le será dado interpretar de la misma manera los resultados de las elecciones del domingo. Cantará victoria si su lista cosecha más votos que la de su rival, pero lo que oirán los demás será un canto de cisne, ya que a juicio de quienes constituyen la clase política nacional lograr hacer una buena elección en el segundo cordón del conurbano bonaerense, el último reducto kirchnerista, distaría de ser suficiente como para permitirle continuar desempeñando un papel hegemónico en el gobierno de su esposa y por lo tanto en el país.

Además de prever un final reñido entre las huestes de Kirchner y las del "Colorado" De Narváez, las encuestas muestran que los dispuestos a votar a favor del santacruceño son los miembros más pobres, más ancianos y menos instruidos de la población.

De votar sólo los productos del sistema universitario nacional, el Frente para la Victoria correría el riesgo de llegar cuarto en la provincia de Buenos Aires, con poco más del 10% del total, muy lejos tanto de Unión-Pro con casi el 30% y el Acuerdo Cívico y Social mayormente radical y arista con un par de puntos menos. En cambio, si sólo votaran quienes tienen el primario completo, los kirchneristas ayudados por los testimoniales se aproximarían al 40%, mientras que la lista de Unión-Pro tendría que conformarse con el 30.

La base de sustentación de Kirchner se ha reducido al núcleo más duro del populismo clientelista bonaerense, razón por la que, pase lo que pasare el domingo, "los barones" de la zona tienen motivos de sobra para eliminarlo de sus opciones. Al fin y al cabo, si a pesar de cambiar una y otra vez las reglas del juego electoral y tener como adversario principal a un hombre que antes de la campaña era virtualmente desconocido, Kirchner no puede imponerse de forma contundente en lo que resultará ser otra interna abierta peronista, es mínima la posibilidad de que pueda reconstruir el poder que en su momento supo acumular.

Al acercarse la campaña electoral a su culminación, los muchos políticos que están acostumbrados a comprometerse con fervor rutinario con el "proyecto" del caudillo nacional de turno, sin preocuparse en absoluto por sus presuntas particularidades ideológicas, se han visto informados de manera inequívoca de que el ciclo kirchnerista está por terminar.

Así las cosas, sorprendería que en las semanas próximas no se intensificara la diáspora oficialista, lo que garantizaría que la transición que ya está en marcha resultara ser sumamente confusa y agitada.

Use la opción de su browser para imprimir o haga clic aquí