TEHERÁN (AFP) - El movimiento de protesta iraní podría ganar de nuevo las calles, tras las violentas manifestaciones de la víspera en Teherán que dejaron entre 10 y 19 muertos, al tiempo que crecían las tensiones diplomáticas con los países occidentales, en particular Gran Bretaña.
El propio presidente Mahmoud Ahmadinejad pidió a EE. UU. y a Gran Bretaña que cesasen sus "injerencias" en los asuntos interiores de la república islámica. Y el canciller iraní, Manuchehr Mottaki, volvió a arremeter contra Londres, acusando al gobierno británico de "complotar contra la elección presidencial desde hace dos años".
Gran Bretaña negó haber manipulado a los manifestantes. Pero de todos modos, el corresponsal de la BBC en Teherán recibió la orden de las autoridades iraníes de abandonar el país en 24 horas, por haber "apoyado a los agitadores". Y el Ministerio de Cultura iraní amenazó a los medios de comunicación británicos con "más medidas severas" si "se siguen injiriendo en los asuntos internos" del país.
Por su parte, la canciller alemana Angela Merkel llamó a un recuento de los votos y pidió a las autoridades de Teherán que renuncien a la violencia contra los manifestantes. Roma dijo estar "afligida por las pérdidas de vidas humanas".
El canal satelital de televisión pública iraní Press-TV informó de que 19 personas había muerto en enfrentamientos entre policías y "terroristas" el sábado en Teherán.
Por su parte, la televisión estatal indicó que fueron diez los muertos y que más de cien personas resultaron heridas.
Por la mañana la paz reinaba en Teherán, como ya había ocurrido la víspera antes de que los manifestantes, que protestan contra la legalidad de la reelección del presidente Mahmoud Ahamdinejad, fueran brutalmente reprimidos. Un participante dijo ayer que los manifestantes planeaban reagruparse la capital anoche.
El enfrentamiento con las fuerzas del orden -mezcla de policía antidisturbios, milicianos islamistas "basij" y grupos no identificados, a menudo en motos- resultó particularmente brutal en la avenida Azadi, en el centro de Teherán, según testigos. Fue con cañones de agua, cargas con porras, gases lacrimógenos y disparos con balas reales, según los testigos, de los cuales uno dijo haber visto al menos un herido por bala en la espalda y escuchado numerosos disparos.
El jefe adjunto de la policía iraní, Ahmad Reza Radan, aseguró a la televisión que "según las consignas, las fuerzas del orden no utilizaron ningún arma de fuego para dispersar a los agitadores". Señaló como los causantes de las muertes a los "delincuentes y agentes de la OMPI (la Organización de los Muyaidines del Pueblo Iraní, opositores al régimen) infiltrados" .
La prensa extranjera tiene prohibido cubrir los acontecimientos y debe recurrir a testigos.La manifestación fue un claro desafío al guía supremo iraní, el ayatollah Ali Khamenei, el hombre de mayor poder en Irán, que el viernes había advertido que "no cedería a la calle". También lo fue la crítica sin precedentes que hizo Mir Hossein Mousavi, conservador moderado derrotado en una elección presidencial cuyo resultado impugna, contra Khamenei, en una carta dirigida ayer al "noble pueblo iraní".
Mousavi acusó al guía, sin nombrarlo, de poner en peligro el carácter republicano de la República Islámica al validar el viernes la reelección de Ahmadinejad. El mensaje invita a continuar con las manifestaciones pacíficas y sigue reclamando la anulación de la elección.