Imagino la vergüenza si alguien dijese en el Consejo Provincial de Educación que, en cierto rincón de Neuquén, apenas dos alumnos concluyeron sus estudios medios en los últimos 28 años. Descuento el insomnio del ministro; el apuro de los funcionarios por acudir al paraje a encender esperanzas. Pero no hubo llamados ni visitas.
Quizá sea porque el dato no es oficial. Son los padres y madres de los alumnos o exalumnos de la escuela de villa Meliquina, los que dicen que en 28 años sólo dos chicos pudieron concluir la secundaria, trasladándose a diario a San Martín de los Andes, lo que supone 40 kilómetros de ida y otros tantos de vuelta.
Asumiendo que los papás no son funcionarios y no llevan prolijos registros en planillas que nadie lee, vamos a conceder que están errados. Suponga el lector que el yerro es grande y no fueron 2 sino 20, los chicos que pudieron seguir los estudios y terminarlos. Vaya diferencia. ¡En 28 años!
A 40 kilómetros al sur de San Martín, la única escuela primaria aún está instalada en una estancia (hay gestiones para mudarla a la villa). Es que hace 30 años no había un pueblo en Meliquina, sino primitivos loteos y trabajadores en la producción forestal. Los hijos de los peones acudían a la escuela, pero una vez terminado el ciclo les resultaba casi imposible dejar a las familias para seguir estudiando en San Martín (la ciudad más cercana).
Los padres de la actualidad presentaron un recurso ante la Defensoría de San Martín (en Meliquina no hay ni comisaría), para que el estado cumpla lo que prometió en febrero y ya licitó, según se ha dicho: un servicio de transporte escolar de 4.000 pesos mensuales, entre San Martín y la villa.
Ahora bien. Meliquina ya no es un paraje de forestadores. Es un floreciente pueblo en un lugar de indecible belleza, en el que moran 200 personas, unas 50 familias, y hay 280 casas. La diferencia entre casas y familias obedece a dos razones básicas: muchos no se animan a radicarse por la falta de servicios. Otros usan a Meliquina como villa de veraneo.
Como fuere, no hay dependencia policial, ni autoridades constituidas, ni luz, gas o cloacas. Lo curioso es que la villa está próxima a valiosas propiedades. Entre otros, el tristemente célebre y malogrado Alfredo Yabrán supo disfrutar de las comodidades de "El viejo Botín"; así como el banquero y ex "señor 5" del gobierno de De la Rúa, De Santibáñez, tiene por allí su reparador reducto de silencio y caza mayor.
Volvamos a la carencia de secundario o de transporte, para el caso. El gobierno provincial podrá argumentar escasez de recursos. Algo de cierto debe haber, si el propio gobernador admite que recién se está pagando febrero a los proveedores. Pero no se puede soslayar el artículo 110 de la Constitución neuquina. Asegura la obligatoriedad de la enseñanza desde el nivel inicial hasta completar el ciclo medio. En su inciso "d", dice: "Se establecerán los regímenes de concentración y traslado del alumnado, que la dispersión y distancia de la población aconseje como más conveniente".
A todo esto, la villa sigue sin siquiera tener una comisión de fomento en funciones, un poco por diferencias entre los propios vecinos y otro tanto porque la provincia no retoma el proceso de normalización.
Meliquina sigue creciendo, pero para el Estado es como si no existiera.
FERNANDO BRAVO
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