Viernes 19 de Junio de 2009 20 > Carta de Lectores
Lejos de los BRIC

Aunque hay señales -aquellos "brotes verdes" de que hablan los líderes de los países desarrollados- de que la crisis económica internacional que estalló el año pasado no será tan terrible como algunos previeron cuando tambaleaba el sistema financiero mundial, no han desalentado a quienes dicen creer que el crack marcó el fin de la hegemonía de los países del G7 y el ascenso irresistible de los reunidos en el G20. Si bien la Argentina forma parte de esta agrupación, virtualmente nadie supone que podría estar entre los protagonistas del eventual nuevo orden internacional que dicen vislumbrar los convencidos de que estamos ante un punto de inflexión histórico. Según éstos, los "países del futuro" son los integrantes de los BRIC, es decir, Brasil, Rusia, India y China, que conforme al banco Goldman Sachs poseen los recursos tanto humanos como naturales necesarios para desempeñar un papel de importancia creciente en el mundo de mañana. Es probable que se hayan equivocado los responsables de aquella previsión influyente al incluir a Rusia entre los elegidos, ya que los problemas demográficos, sociales y políticos que enfrenta el país heredero de la Unión Soviética son tan graves que en su caso es difícil ser optimista, pero así y todo los gobiernos de los cuatro están esforzándose por persuadir a todos de que pronto conseguirán desplazar a Estados Unidos, la Unión Europea y Japón del lugar privilegiado que ocupan desde hace varias décadas.

Acaso el más entusiasmado por las perspectivas así abiertas es el brasileño, cuyos voceros raramente dejan pasar una oportunidad para declarar anacrónico el G7 puesto que no cuenta con su presencia. Aun cuando no todos los dirigentes brasileños confíen ciegamente en el destino previsto por los futurólogos de Goldman Sachs, los escépticos prefieren ocultar sus sentimientos por comprender que es del interés nacional que los inversores vean en Brasil una gran potencia embrionaria. Tienen razón: siempre y cuando no sea exagerado, cierto triunfalismo no sólo contribuye a hacer que un país sea más atractivo a ojos de los demás sino que también ayuda a impulsar la economía. Por desgracia, no hemos resultado capaces de generar la misma confianza en el futuro de la Argentina. En opinión de casi todos los agentes económicos, debido a nuestras deficiencias políticas seguiremos alternando períodos de auge atribuible a las circunstancias internacionales con otros signados por recesiones exasperantes y problemas financieros apenas superables, razón por la que continúan escaseando las inversiones extranjeras y nacionales. Puede que por nuestras dimensiones demográficas no nos sea dado aspirar a formar parte de los BRIC, todos los cuales tienen más de cien millones de habitantes, pero esto no debería significar que fuera poco razonable esperar a superar ampliamente a los cuatro por el nivel de ingresos per cápita y la calidad de vida resultante.

Hace poco, el peronista disidente bonaerense Francisco de Narváez sorprendió a muchos al opinar que la Argentina tendría que conformarse con ser el "socio menor" de Brasil, o sea, cumplir un papel parecido a aquel de Canadá frente a Estados Unidos. Se trata de una propuesta derrotista por basarse en el presupuesto de que un país relativamente pequeño en términos demográficos no tiene más alternativa que la de acoplarse al gigante más cercano con la esperanza de beneficiarse de sus proezas. Sin embargo, en el pasado no tan lejano la Argentina disfrutaba de índices económicos, sociales y culturales muy superiores a los ostentados por Brasil y, de contar en adelante con gobiernos medianamente capaces, podría volver a diferenciarse de un vecino que en muchos ámbitos sigue atrasado. Hasta que se hayan cumplido las profecías de Goldman Sachs y quienes toman muy en serio la idea de que el futuro será de los BRIC, convendría que nuestros "modelos" fueran los países actualmente desarrollados, en especial aquellos con los que compartimos muchas características como Australia o España, los que, es innecesario decirlo, no se han resignado a ser los "socios menores" de ninguna potencia mayor aunque sus dirigentes sean perfectamente conscientes de los límites de su propio poder y por lo tanto de la necesidad de aliarse, sin por eso arrodillarse, con potencias que les son afines.

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