La disidente cubana Hilda Molina se reencontró ayer con su familia que reside en Argentina, luego de 15 años de gestiones ante el gobierno castrista para salir de la isla. Dijo que permanecerá en el país hasta que se recupere su madre de 90 años, hospitalizada en Buenos Aires por un problema cardíaco.
"Yo les dije a las autoridades de mi país que iba a regresar voluntariamente, pero mientras mi madre esté en peligro, no la voy a dejar", dijo Molina ante las consultas sobre la posibilidad de que se quedara definitivamente en Argentina, donde viven su hijo, su nuera y dos nietos.
La reconocida neurocirujana, de 66 años, obtuvo un permiso de tres meses para salir de Cuba, ver a sus nietos personalmente y reencontrarse con su anciana madre, Hilda Morejón, quien viajó en mayo de 2008 a Buenos Aires y está enferma. "Es un regalo de Dios", expresó Molina visiblemente emocionada al llegar a Ezeiza y aseguró que "cualquier sufrimiento se compensa con este reencuentro".
"Si fuera necesario, pediré prórroga de mi permiso en la embajada cubana", sostuvo Molina y explicó que teme por la salud de su madre, luego de visitarla en un hospital público porteño donde se encuentra en terapia intensiva.
"Ella tiene un problema cardíaco y está en proceso de compensación pero estoy muy preocupada porque tiene una fragilidad extrema. No creo que la vida de mi madre sea muy extensa", apuntó ante los periodistas, acompañada por su hijo Roberto Quiñones, también médico.
Asimismo, y al hablar sobre el gobierno cubano, dijo arrepentirse "de haber torcido" su "vida personal y de haber seguido un sistema que no cumplió". "Llevo un luto interno que no se curará nunca", lamentó y aseguró que "no es un favor" sino "un derecho que me han violado por años". Desde 1994, la médica solicitó a las autoridades cubanas el permiso de salida para viajar a Argentina que fue negado reiteradamente hasta el pasado jueves. Este caso provocó tensiones entre los gobiernos de Cuba y Argentina.
Molina arribó en la madruga a Buenos Aires y fue recibida en Ezeiza por sus nietos, Roberto Carlos, de 13 años, y Juan Pablo, de 8, a quienes no conocía personalmente, así como por su hijo, Roberto Quiñones, y su nuera.