Dotado de todo lo necesario y armado y pensado por Horacio, su triciclo rindió hasta mejor de lo esperado.
Su armado fue concienzudo y llevó tiempo. "Desde el vamos lo pensamos para la ruta, con lo cual armarlo fue muy diferente, porque lo tuvimos que preparar para que tenga resistencia", cuenta Horacio. Fue dotado de velocímetro, odómetro, tacómetro y panel solar, además de una pequeña batería, para poder tener luz cuando caía el sol.
Con solo pensar que, sin el asiento, el rodado pesa 18 kilos, pero con asiento, con Horacio encima y el equipaje, más un bidón de 5 litros de agua, el peso que tuvieron que soportar las ruedas fue de casi 130 kilos, lo que genera mucho más esfuerzo.
Aunque el viajero sólo llevaba lo necesario: una carpa, una bolsa de dormir, dos alforjas con repuestos, una muda de ropa y nada de comida "por el peso".
Las ruedas fueron llenadas con líquido para sortear mejor los obstáculos del camino, y todo funcionó "a bolillero", explica el aventurero, "adaptando la tecnología del ciclismo".
"Y en el recorrido me sirvió mucho, muchísimo. Yo digo que perdí una mano, pero gané muchas más. En cada lugar que llegaba, recibía apoyo, ayuda. Yo digo que el triciclo tiene la posibilidad de sacar lo mejor de cada uno. Arriba de él conocí lo mejor de cada persona, y sobre él, sobre todo ahora que me cuesta moverme, me siento seguro".