| | | | | | Click para ampliar | | "El lugar de la memoria es un mensaje a los jóvenes". Pedro Maidana, Juan Pincheira, Rogelio Méndez y Pablo Hodola. | | | CUTRAL CO (AN/ACE) - Un muro de tres metros, con una decena de aberturas que simbolizan las ausencias, domina el monumento. En un extremo una escalera conduce a una ventana con barrotes, que sellaron el encierro de Miguel Angel Pincheira hasta su muerte, pero que no alcanzaron para frenar los sueños de libertad que alimentaban la fuerza y los proyectos de sus 22 años.El “Lugar de la memoria”, así lo han caracterizado, será inaugurado en los próximos días en un predio que limita Cutral Co y Plaza Huincul, frente al hospital de las dos ciudades, a poco metros del zanjón. Es un lugar estratégico desde el punto de vista urbanístico. Hoy se reunirán los familiares en torno de la obra.Por estos días todavía muestra el gris de los restos de mezcla y de cemento, pero la maqueta que sirvió para su construcción -lo aprobaron los concejales de las dos ciudades-, proyecta una serie de frondosos árboles en derredor, canteros cubiertos de verde y flores que simbolizan la vida.El 14 y 15 de junio de 1976 se llevó a cabo un operativo que concluyó con detenciones, secuestros incluyendo torturas en la comisaría cutralquense, y desapariciones de estudiantes secundarios -mujeres y hombres- obreros y empleados -de la construcción y petroleros- (ver aparte), de las dos localidades.Lo realizaron a la vista de todos con un espectacular despliegue de efectivos del ejército y la Policía de Neuquén, muchos camuflados, deteniéndolos en la escuela y sus casas, con un sentido intimidante que buscaba aplacar de antemano cualquier resistencia ante la flagrante ilegalidad.Cabe señalar que dos días antes ya habían detenido a Arlene Seguel en Cutral Co y el 9 en Neuquén capital se habían producido los primeros secuestros.A 33 años de aquellas jornadas algunos sobrevivientes y familiares de las víctimas organizaron una serie de actividades, entre ellas la inauguración del monumento.“Tomé particularmente la carta de Roca porque quise expresar -en su proyecto-, lo que creo mi padre sentía en ese momento. Y era que él podía, por eso hablo del límite, trascender ese límite que le imponían los barrotes de la ventana, que en lo alto él veía”, comentó Juan Miguel, hijo de Miguel Angel Pincheira.“El cuenta que en lo alto de la celda había una ventana, con barrotes. Obviamente no existía la escalera para llegar a ella, que hice en el proyecto, pero aún sin los escalones y con los barrotes, él podía trascender ese ámbito de encierro”, agregó Juan, que tenía un año y medio cuando su padre fue encarcelado.-¿Aludía a que podría salir en libertad en sus cartas?-Se puede inferir que sí. Las cartas se la mandaba a mi mamá y le decía “quedate tranquila, que en cualquier momento vuelvo…”A Juana Aranda, la esposa de Miguel que como éste tenía 22 años, nunca le dieron una explicación de por qué lo detuvieron. Miguel era nacido y criado en Cutral Co, era petrolero, trabajaba en Producción en las oficinas de Campamento CentralJuana no ha vuelto a hablar más del tema pero cuando se llevaron a su marido movió cielo y tierra, primero para encontrarlo y después para pedir su libertad. Llegó, incluso, a entrevistar a quien era ministro del Interior, el general Albano Harguindeguy, en Buenos Aires.Hay que imaginarse a una joven del interior, en los primeros años de la dictadura, cuando se estaba desapareciendo a personas, golpeando las puertas de despachos militares para reclamar justicia.Miguel desarrollaba actividad comunitaria. Le enseñaba básquet a los chicos y la familia no le conocía actividad política ni gremial.Un hermano suyo menor, Omar Adolfo, al tiempo fue llamado al servicio militar y tal vez fue motivo de temor en la familia. Estaba bajo las órdenes de quienes habían detenido a Miguel.“En el monumento quise concretar materialmente una expresión de mi padre. Es una realidad que nos toca a todos. Quiere expresar, más allá de lo dramático y triste de lo que pasó, que siempre hay una salida para poder trascender cualquier límite, por más rígido que sea”, dijo Juan.Una definición que viniendo del hijo de un desaparecido y su visión de cómo debe juzgarse a los responsables de esta etapa de la historia- sin revanchismo, con apego absoluto a la ley y con total firmeza en la sanción-, encierra un enfoque superador mirando al futuro.Son tres las cartas de Miguel, todas del 76, que conserva la familia. Una de la U-9 de Neuquén, del 6 de agosto, que encabeza “Negra querida”. Otra de Roca, del 4 de setiembre, que comienza “Esposa querida, querida madre”. Y la restante de Trelew, del 27 de setiembre, iniciada con “Querida esposa”. En esta se despedía con “Muchos besos, Miguel”. Están escritas con llamativa prolijidad. Tienen el sello, azulado o bordó, descolorido, de “Controlada”. Los Hodola huyeron, pero al año siguiente los secuestraron CUTRAL CO (AN/ACE) - Luis Hodola y su esposa Sirena Acuña lograron eludir la detención aquel 14 de junio del 76 por una circunstancia fortuita: no estaban en su casa de Campamento Central, en Plaza Huincul. Habían ido al hospital de Cutral Co, donde tenían internado a su hijo Pablo, de unos pocos meses. Les avisaron que el Ejército los estaba buscando y de inmediato, sin volver al domicilio, huyeron a Buenos Aires. Se refugiaron en la casa de la madre de Luis, en Villa Udaondo de Buenos Aires, donde a las 23 del 12 de mayo del 77 los secuestraron. Hoy siguen desaparecidos. "En el secuestro intervino gente de civil, del Ejército, un Falcon color oscuro, según los vecinos, y gente de uniforme color marrón. Personal de civil encañonó a mi mamá y le ordenó que me dejara en la casa de una vecina, hasta que llegara personal femenino a llevarme", contó Pablo, hoy de 33 años. Irma Quijada de Hodola es la abuela paterna, que retuvo a Pablo tras el secuestro de sus padres, hasta que con la ayuda del obispo Jaime De Nevares, la abuela materna Ana Rosales de Acuña, hoy de 86 años, fue a buscarlo y lo trajo a Cutral Co. Luis trabajaba en YPF, en sistemas, cuando tuvo que huir. Pero para comprender mejor lo que a juicio de Pablo pudo ser el motivo de su detención vale señalar que tras terminar de cursar en la escuela 22, fue ordenado diácono en el 79 el colegio salesiano de Fortín Mercedes. Pero no siguió el seminario, volvió a Huincul y a través del padre Santos, entró a trabajar en la obra del Chocón. Ahí vivió el proceso de la huelga junto a Pascual Rodríguez. "Rodriguez era un sacerdote tercermundista -señaló Pablo-. La detención de mi padre pudo estar motivada por ese trabajo suyo. El tenía mucho trabajo en las comunidades eclesiales de base, producto de su formación de diácono y también militaba en el Partido Revolucionario de los Trabajadores (PRT)", conto Pablo. Después del Chocón trabajó en Pilas Vidor, en Neuquén capital, donde participó de un proceso de huelga, que se superó con la participación de De Nevares. La historia de Pablo es otra de las páginas del drama de los desaparecidos. Porque muestra otro capítulo, mirado desde otro lado, del de las víctimas que heredaron el drama. Pero que también son protagonistas. Y también víctimas. ¿Cuándo conocés lo sucedido a tus padres?, se le planteó. "Es todo un proceso pero lo clave fue cuando la maestra, en cuarto grado, hizo una reunión de padres y yo era el único que no tenía papás. Pero ya venían pasando cosas?" "Venía de ver unas fotos, de una señora muy elegante, con un saco de piel, un rodete, y cuando pregunté quién era mi tía me dijo era una amiga de otra tía. Y después supe que era mi mamá. Esa Navidad, armando el arbolito mi tía Noema me dijo: si querés podés decirme mamá. Y no lo sentí decirle mamá, le seguí diciendo Noema", relató. Otro momento clave fue cuando tras la reunión de padres en la escuela, "le pregunté a mi abuela dónde estaban mi mamá y mi papá y ella se largó a llorar". Del colegio lo hicieron asistir por un psicólogo. "Ahí se dio otro punto. En ese momento, hablo del 86, la psicología podía dar respuestas sobre qué era la vida o la muerte, ¿pero de qué óptica se enfocaba la desaparición? Evidentemente no me dio las respuestas que buscaba y, teniendo 11 años, me fui de la casa. Salí a buscarlos, viajé a dedo, sin rumbo fijo y llegue hasta Mendoza y San Juan". Finalmente llegó a las casas de sus familiares paternos, en Buenos Aires, donde su otra abuela lo llevó a los organismos de derechos humanos y lo contuvo. Pablo tiene un especial reconocimiento a sus familias, materna y paterna, porque entiende que cuando niño no le revelaron lo sucedido con sus padres, no fue más que un gesto de contención y protección “Mi papá se jubiló para buscarlo” CUTRAL CO (AN/ACE) - La familia Méndez encontró a José Delineo muy golpeado en el Batallón 181. “Primero se lo habían negado a mi papá, pero un dragoneante avisó que estaba allí y no tuvieron más remedio que reconocerlo. Cuando lo vimos ver nos contó que lo habían torturarlo”, dijo Rogelio, su hermano mayor.José estaba haciendo la conscripción en Junín cuando fue secuestrado. Sus padres y Rogelio fueron a verlo el 19 de junio de 1976 porque debía jurar la bandera, y en el cuartel les aseguraron que “se había ido en comisión”.Padres y hermanos lo encontraron en el Batallón 181. “Sin que escuchara mi vieja, me dijo que lo habían (supuestamente a La Escuelita) torturado; lo culpaban de volar una refinería, de andar entregando armas”, dijo Rogelio.Fue el mayor Luis Farías Barrera quien autorizó las visitas en el Batallón y en la U9. “En la U9 lo sacaban en la noche para torturarlo, Después cuando fue trasladado a Rawson eso cesó. En noviembre de 1976 nos regresaron una carta porque había sido trasladado, y cuando fuimos a ver a Farías Barrera al Comando nos dijo que cómo no había llegado, si él lo había puesto en un colectivo El Valle hacia Cutral Có, cuando lo fue a buscar a Rawson y lo dejó en Bahía”, recordó. El padre de José se jubiló en 1977 de YPF “para tener tiempo de buscarlo. Envió notas y cartas a todos los medios, a todo el mundo; hasta Videla había ordenado una investigación de tanto que lo buscábamos”, dijo. Testimonios reveladores de un “traslado”CUTRAL CO (AN/ACE) - Según las constancias que obran en los expedientes la última vez que se lo vio con vida Miguel Angel Pincheira fue el 3 de noviembre del 76 -la última carta a su esposa está fechada en esa ciudad, el 27 de setiembre-, cuando junto con José Delineo Méndez, Orlando Cancio y Javier Seminario Ramos, todos de esta zona, desaparecidos, fueron sacados de la U-6 de Rawson..Ese dato se enhebra con el revelador testimonio que el 17 de noviembre pasado, en el juicio a represores -todos condenados- que se hizo en esta ciudad por esta causa, el ex suboficial del Ejército, Valentín Toledo. Dijo que participó de una comisión que de ese penal “sacó a tres personas vendadas, se las puso en el piso (de un Falcon, gris o blanco), una encima de otra” y se las trajo a Neuquén sin otra detención que unos diez minutos para cargar combustible.Toledo reconoció que viajó con los pies sobre los detenidos.En el juicio se reveló que otras víctimas de se traslado, pero en camiones del Ejército, fueron el ex policía de Inteligencia del Ejércio José Luis Cáceres, y los militantes justicialistas Pedro Justo Rodríguez, Francisco Ledesma e Isidro López.Estos cuatro luego, desde la U-9 de esta ciudad, fueron llevados a “La Escuelita” del batallón, donde fueron torturados.Toledo dijo que el Falcon lo manejaba su superior, Pablo Agustín Taquini y que el resto de los militares iba vestido de civil. Ya había declarado el suboficial Antonio Urueña, quien dijo que en esa comisión fueron dos camionetas del Ejército, que él preparó, en las que iban el coronel Raúl Axel Pastor, Luis Farías Barrera, Goncalvez, Toledo y Taquini. SHIRLEY HERREROScentenario@rionegro.com.arNÉSTOR R. MATHUSnmathus@rionegro.com.ar | |