Los grandes poderes industriales y financieros producen no sólo mercancías sino también subjetividades", explican Michael Hardt y Antonio Negri en su libro "Imperio". "Producen subjetividades que a su vez son agentes dentro del contexto político: producen necesidades, relaciones sociales, cuerpos y mentes, lo que equivale a decir que producen productores". La forma de dominación cambió. Es más sutil, tanto, que a veces ni nos damos cuenta de que estamos actuando bajo sus efectos y reproducimos las circunstancias que permiten su existencia.
La posibilidad de que se produzca una pandemia de influenza porcina despertó un sinnúmero de alertas y medidas preventivas pero a la vez dudas e interrogantes acerca de la "funcionalidad" de esta amenaza en un contexto de crisis económica mundial y acerca del manejo que se les dio a la difusión de la información y a las medidas preventivas.
Las nuevas formas de dominación se modificaron y adquieren los matices menos imaginados.
Un nuevo contexto mundial
La humanidad ha sufrido distintas pandemias a lo largo de la historia, desde la peste negra que azotó Europa a mediados del siglo XIV diezmando su población, pasando por la influenza española de principios del siglo XX que se cobró cerca de 50 millones de vidas, hasta el sida (síndrome de inmunodeficiencia adquirida).
Iniciado el siglo XXI, la noticia acerca de una nueva amenaza de pandemia recorrió el mundo. A pesar de los adelantos en cuanto a calidad de vida y condiciones sanitarias de muchas comunidades, así como de los avances científicos y tecnológicos en materia de salud, el aumento de la conectividad y la expansión mundial del transporte, los "ciudadanos del mundo", las facilidades para trasladar personas y bienes de todo tipo de un lado a otro del globo, en definitiva, el mundo globalizado, aumentaron exponencialmente el peligro potencial de que una epidemia se convirtiera en pandemia. La globalización hace gala una vez más de una de sus características esenciales: la contradicción y la paradoja. A la vez que se genera un sinfín de mejoras, avances y oportunidades, se producen y reproducen en la misma medida nuevas y viejas debilidades.
Al momento de enfrentar una amenaza de pandemia, debemos tener en cuenta los cambios acaecidos en la realidad mundial.
¿Qué es una pandemia?
Según la Organización Mundial de la Salud, una epidemia ocurre cuando hay más casos que los habituales de una enfermedad en un territorio determinado y una pandemia es una epidemia que se extiende a nivel mundial.
Hoy nos encontraríamos ante la amenaza de una pandemia de influenza. Ésta ocurre "cuando aparece un nuevo subtipo del virus de influenza, contra el cual nadie es inmune" (Organización Mundial de la Salud).
Los primeros casos de "gripe porcina" surgieron en México y la noticia de que una pandemia se cernía sobre la población mundial no tardó en dar la vuelta al mundo y cubrir las tapas de todos los diarios. México se convirtió en una suerte de "ciudad fantasma" -lentamente ha vuelto a la normalidad- con escuelas cerradas, calles desiertas, vuelos cancelados y millones de barbijos en los rostros de sus pobladores. En menos tiempo del imaginado la alerta se extendió al resto de los países, se reforzaron los controles en los aeropuertos y se extremaron medidas de seguridad, poniendo en cuarentena a cualquiera que despertara la más mínima sospecha de ser portador del virus, y una espiral de miedo y alarma despertó las actitudes xenófobas y paranoicas más escondidas en todos los gobiernos y ciudadanos del mundo.
El nuevo contexto mundial reformula y resignifica la alerta de amenaza de pandemia y sus consecuencias. En la era de la globalización, las epidemias y pandemias tienen consecuencias que van más allá de la salud y las vidas humanas. Los efectos sociales y económicos de las mismas son impredecibles y no siempre guardan relación con su gravedad real. Uno de los principales motores de la economía mexicana, el turismo, se vio totalmente paralizado por la situación generada a raíz de la gripe porcina. La sociedad mexicana entera vio detener sus vidas en el tiempo hasta tanto no hubiera más certezas sobre el alcance de la influenza. El mundo se sumió en la paranoia de la influenza porcina. Esto es algo que varios analistas y periodistas han repetido en innumerables ocasiones y que es preciso tener presente. Hace pocos días, en este mismo espacio, se analizó la influenza A H1N1 desde una perspectiva histórica que contribuye al debate.
Neuquén, a tono con la alerta mundial
La Argentina y, por supuesto, la provincia de Neuquén no se mantuvieron ajenas a la realidad global. El dengue desapareció de las portadas de los diarios y dio paso a la gripe porcina. La agenda pública se modificó.
Al momento hay más de 100 casos confirmados en el país, uno en la provincia del Neuquén -aunque con el correr de las horas los números podrían sufrir modificaciones-.
Apenas la OMS comunicó la alerta, Neuquén comenzó a trabajar de manera conjunta con Nación y con organismos públicos provinciales e instituciones privadas vinculadas a la temática, tales como el Colegio Médico y el Colegio de Bioquímicos, para abordar la problemática con una perspectiva interinstitucional e interdisciplinaria.
La provincia cuenta con un Plan de Contingencia de Emergencia Sanitaria desde el 2004 y en el marco de las reuniones que mantuvo el Comité se definieron algunas recomendaciones, ejes de trabajo. Asimismo, y ante la noticia de numerosos casos registrados en Chile, se reforzó el trabajo con Gendarmería, dado que Neuquén comparte una amplia frontera con el vecino país.
El país está alerta. Algunas escuelas han suspendido las clases de forma temporaria y, en medio de una crisis económica mundial, elecciones y una epidemia de dengue, la gripe porcina robó unos cuantos titulares en los principales medios de comunicación.
Una aproximación crítica y compleja
La importancia de aproximarse a los fenómenos actuales desde el pensamiento crítico y desde una perspectiva compleja resulta fundamental para disminuir los efectos exagerados y no deseados de eventos como el que vivimos con la influenza A H1N1.
Al decir del sociólogo y politólogo argentino Atilio Boron, "? el discurso mistificante de la ´globalización´ ha desembocado en la exaltación de un ´pensamiento único´ que clausura con su falso realismo y su resignado posibilismo la capacidad de pensar políticas alternativas y de ´ver´ las perniciosas consecuencias económicas, sociales y políticas de aquellas que se están implementando. Al ´pensamiento único´ corresponde la ´política única´".
En este marco, surge una serie de interrogantes a partir del escenario generado. Desde una postura escéptica, están quienes, pese a los datos de nuevos casos de influenza, dudan de la veracidad de la "gripe porcina", argumentando que se trata de distraer la atención del problema real que aqueja al mundo: la crisis financiera internacional. También están quienes consideran que, si bien la amenaza de pandemia existe, las medidas tomadas están sobredimensionadas y tendrían los mismos fines antes mencionados: distraer la atención de la opinión pública de los verdaderos problemas de la sociedad. En paralelo, crecen las denuncias acerca de la discriminación surgida a partir de las medidas "preventivas" en relación a la gripe porcina. Sin ir más lejos, hace pocos días fue tapa de este diario un episodio de xenofobia en la provincia de Mendoza contra un colectivo de turistas proveniente de Chile, ante la posibilidad de que hubiese un infectado entre ellos.
Sea cual fuere la versión que más se acerca a la realidad, lo cierto es que la posibilidad de caer en una pandemia ha modificado conductas y procedimientos a lo largo del planeta, afectando las economías nacionales y las agendas públicas de los distintos gobiernos y, si bien no hay que minimizar los riesgos de la situación, el límite entre la prevención y la difusión de información y la exageración y sobredimensionar una situación es muy fino. Y en ese contexto es cuando más necesitamos de la capacidad de análisis crítico de la información y de aprehender la realidad desde una perspectiva de la complejidad, para no caer en soluciones simplistas que disten de resolver con eficacia y eficiencia las problemáticas de la actualidad. Vale recordar las palabras del filósofo francés Edgar Morin cuando habla de la necesidad "para el conocimiento, de poner orden en los fenómenos rechazando el desorden, de descartar lo incierto, de quitar ambigüedad, clarificar, distinguir, jerarquizar... Pero tales operaciones, necesarias para la inteligibilidad, corren el riesgo de producir ceguera si eliminan los otros caracteres de lo complejo; y, efectivamente, como ya lo he indicado, nos han vuelto ciegos".
GRACIELA MUÑIZ SAAVEDRA (*)
Especial para "Río Negro"
(*) Médica veterinaria. Magíster en Salud Pública por OPS. Diputada Bloque MPN. Neuquén.