El viaje del presidente de Brasil Luiz Inácio Lula da Silva a Centroamérica la semana pasada pasó casi inadvertido, pero puso de relieve un interesante fenómeno: la creciente influencia de Brasil en una región que tradicionalmente ha sido vista como el patio trasero de México.
Este fenómeno, que me llamó la atención leyendo un artículo del 4 de junio en el sitio de internet www.infolatam.com, es una nueva evidencia del creciente rol de Brasil como líder regional latinoamericano en la última década.
A pesar de ser el país más grande y populoso de Latinoamérica, Brasil había sido durante mucho tiempo un gigante dormido, que no quería tener mucho que ver con sus vecinos ni involucrarse en los conflictos políticos de la región. En Latinoamérica muchos bromeaban con que Brasil era un "dinosaurio vegetariano".
Pero desde fines de la década de 1990, cuando puso su economía en orden, el país ha ido aumentando gradualmente su liderazgo político y económico en la región.
En el 2000 lanzó las cumbres sudamericanas, que excluían automáticamente a México y dejaban al gobierno de Brasilia en el lugar de líder indisputado de la región. En el 2008 llevó al grupo un paso más allá con la creación de la Unión de Naciones Sudamericanas (Unasur), convirtiéndose en anfitrión de la primera cumbre de Latinoamérica y el Caribe, sin la presencia de Estados Unidos.
Ahora, Brasil está poniendo sus ojos en Centroamérica. El viaje de Lula a El Salvador, Guatemala y Costa Rica la semana pasada -mientras la atención de la región se concentraba en la reunión de la Organización de Estados Americanos en Honduras para levantar la suspensión de Cuba en la OEA- fue el tercero hecho por el mandatario brasileño a esa región en los últimos trece meses.
La visita del 29 de mayo del 2008 de Lula a El Salvador fue la primera de un presidente de Brasil a ese país. El año pasado, Brasil se unió al Sistema de la Integración de Centroamérica (SICA) -el bloque económico conformado por siete gobiernos del área centroamericana- en carácter de "observador regional" y anunció su plan de unirse al Banco Centroamericano de Integración Económica como miembro extrarregional.
Además, está iniciando negociaciones para firmar un acuerdo de comercio preferencial entre Centroamérica y el bloque económico sudamericano, el Mercosur. Por añadidura, ha incrementado su asistencia técnica a Guatemala para crear programas de reducción de la pobreza, ha concedido préstamos blandos a ese país para que compre seis aviones "Super Tucano" de producción brasileña y ha puesto en marcha una planta experimental de etanol en El Salvador.
Marisol Argueta, quien fuera ministra de Relaciones Exteriores de El Salvador hasta el 1 de junio, me dijo en una entrevista telefónica que aunque Brasil ha asumido un rol de mayor protagonismo en toda Latinoamérica "el fenómeno se nota mucho más en Centroamérica, porque hasta hace dos años nuestras relaciones con Brasil eran casi inexistentes".
(*) Periodista argentino. Analista internacional. Miami