Domingo 07 de Junio de 2009 Edicion impresa pag. 37 > Sociedad
Última carta de Bresler y el inicio de una rebeldía

"Tenho uma parte da carta que o Daniel M. Bresler escreveu para o meu evô. Mi pai que também se chama Daniel Bresler se lembra que o meu avô recebia estas cartas e que vinha do Hospicio de las Mercedes", el párrafo es parte de texto que me escribió el pasado 27 de abril Michelle Bresler desde Brasil, sobrina nieta del fugado de la cárcel de Neuquén. Michelle, que a la vez es nieta del destinatario de la misiva, asegura que la tercera y última página de la carta de Daniel Martín Bresler II a su hermano Alberto Bresler. Según lo recuerda el padre de Michelle, Daniel Bresler (hijo de Alberto), es lo único que conservaron con la firma del recluido en el hospicio de Buenos Aires y que, al parecer, nunca más envió alguna otra misiva. Aquellas primeras cartas siempre fueron dirigidas al "evô" (abuelo) de Michelle, Alberto Bresler (datos de este hermano del fugitivo, están incorporados a la nota central de estas páginas).

El último párrafo de la carta dice: "Bueno tenéis que pensar que cuántos hombres hay que tienen capitales deseando de ayudar a hombres trabajadores honrados, con familias, y no perda (sic) la esperanza que en formas inesperadas Dios pueda cumplir nuestros deseos". Y cierra con una despedida donde pasa del "Ud" al llano tuteo. "Muchos recuerdos y besos a Ud., su señora y hijos (sic), deseándote un feliz porvenir. Su querido hermano: Daniel Martin Bresler".

Más allá de los cambios de trato al destinatario, en todo caso justificable para alguien que hablaba por lo menos seis idiomas, el texto esperanzado que el internado redactó en los sombríos pabellones del hoy Hospital Borda, enclavado desde siempre en el porteño barrio de Barracas, no parece de alguien que no está en sus cabales. La pérdida de las dos primeras hojas, impide dar certeza alguna sobre la fecha exacta en que fue escrita y también poder ahondar en la psiquis del internado. Respecto a la fecha se presume que puede haber sido en el invierno de 1939, justamente cuando en San Carlos de Bariloche comenzaban las votaciones organizadas por el semanario La Voz Andina. La elección terminaría por coronar hacia fines de año, a Irene Bresler -sobrina del fugitivo- como la primera Miss Bariloche en la historia de bellezas residentes en la que llamarían Capital de los Lagos del Sur. Irene Bresler superó a una legión de bonitas barilochenses, incluida su hermana Violeta, ambas hijas de J. C. Ryno Bresler, hermano del personaje principal de esta historia. Ryno tuvo mucho prestigio en la ciudad lacustre en las décadas del ´30 y ´40 (representante del Touring Club Argentino, de marcas de radio, de automóviles Ford y corresponsal de vespertino "La Razón"). Curiosamente Irene Bresler dejó definitivamente la Patagonia al casarse con Héctor Manuel Chopitea. Con poca salud y muy anciana, la primera Miss Bariloche, Irene Bresler, sobrevive hoy en la ciudad de Buenos Aires.

La segunda foto al pié de la carta, se incluye a fin de comparar las firmas y si pertenecen al mismo firmante. Cualquier peritaje caligráfico, aunque la firma de la carta es a nombre completo, mientras que la otra es abreviada -y más allá de que el tiempo transcurrido entre las dos firmas es por lo menos de un cuarto de siglo- las "s" de Bresler y las rúbricas, simples y con un gancho en retroceso, son categóricamente idénticas.

La firma abreviada que se reproduce inmediatamente debajo de la carta aludida, fue suscripta a la manera que por entonces estilaba (D. M. Bresler hijo) para diferenciarse del padre homónimo. La estampó al pie de su declaración en la precaria comisaría de San Martín el 13 de marzo de 1913, en la octava jornada de pasarla en el calabozo de su primer arresto, acusado de incendiar bosques (el autor de Zainuco, Juan Carlos Chaneton sostiene que Bresler fue apresado por primera vez en 1914).

El arrestado firmó al pie de su declaración, por interrogatorio que le hizo el comisario inspector Francisco Caprara (años después, Jefe de Policía interino del territorio neuquino). La causa quedó registrada como la número 132 Año 1913 del Juzgado Letrado del Neuquén y debió entender el juez Dr. Enrique N. Zinny.

¿Qué había pasado realmente? El acusado había hecho abatir una hectárea y media de bosque para luego hacer un típico roce que liberara el espacio para sembrado junto a su vivienda en Cupido, frente al lago Lácar. El fuego se escapó hacia Cupido, y hasta llegó a Trompul. El policía Caprara actuó de oficio desde el 19 de febrero y tomó diversos testimonios, pidió la intervención del inspector de bosques -el muy parlanchín italiano Humberto Giovanelli, con sede en San Carlos de Bariloche- quien calculó en tres mil las hectáreas de bosques devastadas al escaparse el fuego (agregó una foto de la quemazón a su informe, que se eternizó en el expediente). En su declaración, Bresler aseguró carecer de sobrenombre, ser bóer, tener 25 años y ser casado, ganadero y agricultor, denunciando domiciliarse en el paraje Cupido.

Vale tener en cuenta esta actuación caratulada "Bresler, Daniel Martín (hijo) -incendio de bosques", porque documenta los hechos que lo iniciará en resquemores con la policía, que, se sabía, regionalmente cometía abusos. Es el punto inicial de sus desgracias. Declaró que nunca antes fue procesado, y era cierto. Y a la pregunta sobre si tenía permiso para el roce, contestó que hacía un año que lo había solicitado por carta al comisario Agustín Cejas Mariño (de Junín de los Andes) y que éste, tiempo después dio a su padre homónimo el consentimiento verbal para el roce para que lo trasmitiera a su hijo. Recién el 15 de abril, en Neuquén capital, el juez letrado Zinny, por faltas de testimonios contundentes, ordenó: "Ofíciese a la Jefatura de Policía para que comunique telegráficamente a la comisaría de San Martín de los Andes que debe poner en libertad al detenido". Después de cuarenta días de calabozo, el año 13 lo marcó como para despertarle una acentuada rebeldía. También surgió alguna compensación, su esposa, la joven Elizabeth Rose de tan sólo 16 años, tuvo a Beatrice, la única mujercita del matrimonio (pero tendrían tres hijos varones).

Firma del 10 de marzo de 1913

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