Domingo 07 de Junio de 2009 Edicion impresa pag. 31 > Sociedad
"Los jueces no entienden que somos un servicio"
Lo dijo la defensora general de la Nación. Estuvo en Viedma, en una jornada sobre DD. HH.

VIEDMA (AV).- Cuando una persona comete un delito grave, la sanción es privarla de su libertad, no de otros derechos. Pero hoy, el sistema carcelario de Latinoamérica, entre otros, "vulnera los derechos mucho más allá de lo que la ley autoriza". Así lo aseguró la defensora general de la Nación, Stella Maris Martínez, en las jornadas sobre "Derechos Humanos en Cárceles" y "Acceso a la Justicia" organizadas en Viedma por la Escuela de Capacitación Judicial de Río Negro.

Sostuvo que los presos no sólo son privados de su libertad ambulatoria (que es lo único autorizado por la ley, con los efectos secundarios lógicos de esa privación) sino que "les fueron cercenados una serie de derechos que hacen a la dignidad humana".

La funcionaria hizo referencia a un relevamiento realizado por la Comisión Interamericana de Derechos Humanos que constató que en todas las cárceles de Centroamérica, Latinoamérica, México y el Caribe "se dan factores de hacinamiento, falta de adecuada clasificación, excesiva violencia interna, inadecuada resolución del sistema administrativo de sanciones sin posibilidad de supervisión real judicial y que todo esto conspira contra un adecuado servicio de justicia, porque el tramo del cumplimiento de pena es inevitablemente defectuoso y con consecuencias opuestas de las que se supone se está buscando".

"Río Negro" dialogó con Martínez sobre la situación actual en la región y el país.

-¿Cómo es la situación de las cárceles argentinas?

-Aquí coexisten muy buenas prácticas con situaciones críticas, pero hay que tener en claro cuál es el objetivo y caminar para superarlo. Sino, tenemos que coincidir con el criminólogo inglés Roger Mathius que dice que se invierte demasiado en el sistema carcelario, que no es barato, para vulnerar derechos humanos de las personas privadas de la libertad y conseguir resultados tan malos. Por eso tenemos que pensar seriamente en alternativas, en una reforma, y mirar como orientación ese tipo de documentos como aquella resolución.

-Sobre el apoyo de la gente a manifestaciones de famosos a favor de la pena de muerte. ¿Cuál es su mirada?

-No sé por qué en un tema tan delicado como la delincuencia, sus consecuencias y la seguridad ciudadana, cualquiera se cree con derecho a opinar. Si estos personajes dijeran que a Sandro en lugar de hacerle un trasplante se le debe hacer quimioterapia, todo el mundo diría que están locos. No lo admitiríamos, y sin embargo se cree que sobre la seguridad ciudadana y sobre el tratamiento para lograr que la gente se reinserte en la sociedad, puede estar calificado para hablar cualquiera. Es necesaria una calidad técnica para hablar de medicina, pero en ciencias sociales todo el mundo cree que simplemente por ser víctima de un delito o por pertenecer a una sociedad tiene derecho a opinar. Si seguimos avanzando en ese sentido no alcanzarán las cárceles; no las podremos sostener y terminaremos encerrándonos porque por nuestra culpa generaremos una sociedad más hostil.

-¿Será que miramos la consecuencia y no el fondo de la cuestión o las causas?

-Parte de eso hay. En realidad, no se analiza debidamente cómo se llegó a esta situación, la falta de oportunidades, que lo que tenemos que hacer es apostar para que esa gente no vuelva a delinquir. Porque esa gente en algún momento saldrá y mientras está presa estoy provocando cada vez más hogares sin padres, gente con rencor. Entonces apostamos a la concordia social, a la posibilidad de reinserción y a bajar el número de gente que comete delitos y que se encarcelan, o tratamos de tener el sistema carcelario más grande del mundo. Aún si nos olvidáramos de los derechos humanos de los presos, si pensáramos que no merecen ninguna consideración, la solución represiva que no da alternativa es la más peligrosa, no sólo para ellos si no para todos.

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