CIPOLLETTI (AC).- En julio del 2006 un micro de larga distancia se incrustó contra un camión cargado con ladrillos que estaba estacionado "en forma imprudente" en la ruta 151. El chofer y el auxiliar de a bordo murieron, mientras que cuatro personas resultaron heridas.
El caso llegó a juicio con el camionero, Víctor Robledo (56), imputado por "homicidio culposo doblemente agravado por el número de víctimas y por la conducción imprudente de un vehículo automotor en concurso ideal con lesiones leves culposas". Una calificación que la fiscal Rita Lucía mantuvo en los alegatos, en los que pidió la pena mínima: 2 años de prisión en suspenso y 5 de inhabilitación para conducir. Valoró, entre otras cuestiones, que Robledo "no tenía antecedentes". Mañana se lee la sentencia.
El hecho ocurrió el 5 de julio de 2006 aproximadamente a las 21:30 en la ruta 151, a unos tres kilómetros de Sargento Vidal. El lugar es conocido como la subida de Sargento Cabral.
Según la imputación, Robledo estacionó su camión Ford 600 en uno de los carriles de la ruta, "en forma negligente, imprudente y antirreglamentaria" y "haciendo caso omiso a las señalizaciones que expresamente demarcaban pendiente". La acusación narró que, pese "a la poca visibilidad dada la nocturnidad del momento", el camionero no hizo alguna maniobra para retirar el vehículo con carga de la ruta, "obviando así el debido deber de ciudadano que infringía al encontrarse en una ruta nacional muy transitada con una carga completa de ladrillos".
Con dicho accionar -continuó la acusación- generó que un ómnibus de la empresa Andesmar que circulaba en el mismo sentido, colisionara con la parte trasera del camión. Como producto de ello, murieron el chofer Domingo Ricardo Blanco y el auxiliar de a bordo Dino Arturo Frezzotti. Cuatro personas sufrieron lesiones leves.
Robledo se abstuvo de declarar en la instrucción y en el debate, en el que se detallaron las lesiones de las víctimas dando muestra de la magnitud del impacto. El chofer murió decapitado y sufrió la amputación de un brazo, además de múltiples fracturas. Quedó prácticamente sepultado bajo los ladrillos.
En la causa se incorporaron, entre otros, los testimonio de dos personas que se detuvieron al ver el camión estacionado en forma "peligrosa" y que encendieron las balizas de sus vehículos. El camionero habría tenido un problema mecánico y estaba "purgando el camión". Uno de los testigos dijo que logró hacerle seña a dos autos que detuvieron su marcha y pasaron despacio. Cuando estaba por colocar balizas triangulares para señalizar mejor, vio que un colectivo "se acercaba a alta velocidad". Dijo que le hizo cambios de luces, puso las balizas de su camioneta, pero "el colectivo no disminuía la velocidad". El micro chocó así contra la parte trasera del camión.
Un pasajero también relató que al ver el montículo de ladrillos. Comenzó a gritar "frená, frená", pero el colectivo continuó a la misma velocidad.
"Es evidente que el conductor del vehículo de transporte público advirtió tardíamente la presencia del obstáculo. Intentó esquivarlo virando hacia su derecha, pero ya era demasiado tarde", precisó una pericia. Se estimó que al momento del choque el micro circulaba a unos 75 kilómetros por hora.