La lucha por el poder tiene horror al vacío. Como el agua, se abre paso entre los obstáculos, persevera. Es lo que ocurre con la puja dentro del MPN entre sobischistas y sapagistas. La mentada lista de unidad partidaria, diseñada de común acuerdo para ahorrar sangre en la pelea por la conducción del partido, está a punto de pasar al olvido de la mano de una feroz interna por las candidaturas a concejales de la capital. Cambia el escenario pero la pulseada es la misma.
El lanzamiento de las candidaturas de Silvestrini y Lara, sobre todo el de la del último, no puede tener otra lectura que el final de la tregua: ambos son representantes conspicuos de la corriente liderada por el ex gobernador y ninguno de los dos podría ser elevado a la condición de cabeza de la lista partidaria sin que todo el mundo interpretara que Sobisch ha ganado la partida. En estas condiciones Sapag está obligado a jugar, porque no hay tal unidad y el resultado de la interna será inmediatamente leído como "ganó fulano y perdió zutano", sin atenuantes.
Como además el MPN tiene chances de ganar la elección municipal frente a una oposición aparentemente fragmentada, su eventual victoria le permitiría recobrar parte del prestigio perdido en tres derrotas consecutivas en la capital y el artífice de tamaña proeza quedaría bien plantado para liderar el partido y, quién sabe, para hacer la pata ancha en el 2011 también.
No por nada el gobernador sacó a relucir, dos veces en el curso de la semana que termina, su disposición para una eventual reelección; la primera vez ante un grupo de 500 parciales que se juntaron para lanzar una nueva corriente interna integrada por jóvenes profesionales y la segunda, destinada a una platea más amplia, frente a un cronista de este diario.
De hecho, este fin de semana las huestes sapagistas trabajaban barajando nombres de candidatos para contrarrestar la ofensiva de hecho lanzada por el sobischismo. Las internas serán el 5 de julio, una semana después de las elecciones nacionales, y el 17 del actual vence el plazo para la presentación de listas. Además de "Chito" Jalil, del ex subsecretario de Trabajo Ernesto Seguel y de la integrante del Juzgado de Faltas Sandra Torres, en las filas del oficialismo pensaban en Eduardo Elía, del SMATA; Hugo Righetti y otros vecinalistas.
¿Qué pasó que se terminó la lista de unidad?
Para el sapagismo, la actitud de Sobisch es reactiva. Trata de recuperar el perdido respaldo de la gente y no encuentra mejor forma que desgastar al gobierno, aunque después de Fuentealba su futuro está limitado para siempre.
Sobisch, en cambio, piensa que Sapag "ha rifado la caja", cediendo una y otra vez ante los insaciables gremios estatales. Pero aunque privadamente despotrica contra su antiguo amigo, asegura que lo hace por "defender" al gobierno: "de lo contrario estamos todos fritos", sentencian a su lado.
El ex gobernador se ha atrincherado en la sede de su fundación y desde allí despliega una intensa actividad barrial, está de campaña prácticamente todo el año. Se podrán decir de Sobisch muchas cosas, pero lo que no se puede negar es que es infatigable e irreductible; su pasión por el poder no reconoce par.
Pero si vista desde la óptica del oficialismo la interna por las concejalías es crucial, la puja por ganar las elecciones de diputado nacional no es una causa menor. Es que según indican los sondeos que se conocen de boca en boca -nadie muestra una encuesta y si lo hace exhibe sólo la parte que le conviene- el ganador del 28 de junio se puede alzar con dos bancas. Y de ser Brillo quien se imponga, el rédito -además de ser para él mismo- recaería fundamentalmente en Sapag, que según todos los indicios resistió la embestida de Sobisch para llevar a su antiguo jefe de Gabinete como cabeza de la lista de candidatos a concejales.
En el gobierno dicen que el electorado está dividido en tres: que un tercio lo tiene Quiroga, otro Brillo y el tercero se reparte entre Rioseco, Podestá y Escobar más los partidos chicos. Admiten que Quiroga llevaba la delantera pero aseguran que Brillo se le ha puesto prácticamente a la par y descuentan que "el primero se lleva dos" bancas de diputado.
No es lo que piensa Quiroga. El candidato radical se siente ganador por derecha e izquierda y está persuadido de que la renovada puja interna dentro del MPN traerá inevitablemente agua para su molino. En su entorno se divierten con lo que adivinan como la nueva pelea del año en el cuadrilátero del partido provincial.
Acaso no tienen en cuenta que otras fuerzas, como el Acuerdo Cívico y Social (ARI-PS), PRO Federal o el propio MPN pueden capitalizar las consecuencias de sus vaivenes políticos. No hace tanto, en fin, que el ex intendente fue el candidato de Kirchner en Neuquén.
¿Es realmente tan adversa la perspectiva para el kirchnerismo, dividido en dos frentes como se presenta, como para que ninguno de los dos pueda alzarse con un escaño?
Podestá asegura que el proyecto que encarna el gobierno nacional se defiende mejor "desde la independencia política que desde la obsecuencia" y señala que "los que se creen que tienen primero y segundo puesto asegurados se van a llevar una sorpresa".
Rioseco, en cambio, se siente respaldado por el aparato nacional del Frente para la Victoria y descuenta que más allá de las chicanas de sus adversarios las bancas de dividirán por tres. Está persuadido de que la estrategia de Kirchner, de plantear esta elección como un plebiscito entre el peronismo de centroizquierda y el antiperonismo liberal y conservador, se revelará finalmente exitosa.
Las tres semanas que faltan para las elecciones no son un lapso de tiempo tan largo como para remontar una cuesta que se adivina empinada. Pero, aunque no hay milagros, nada es del todo imposible en política.
HÉCTOR MAURIÑO
vasco@rionegro.com.ar