Fines de mayo evoca dos acontecimientos: la creación del Ejército Argentino y el "Cordobazo". A nadie se le ocurriría debatir si la creación y accionar del Ejército, de cualquier fuerza militar, es "espontánea", por su misma definición. Sin embargo desde su nacimiento se discute si el "Cordobazo" fue espontáneo u organizado.

Como más de una vez hemos conversado, el lenguaje no es inocente. No es neutro. Salvo muy pocas excepciones, protagonistas, periodistas, historiadores, al denominarlo de una u otra manera, toman posiciones ideológicas. Si es espontáneo, es legítimamente popular, sin actuación de grupos organizados, militarizados o no. Si es organizado, el adjetivo es condenatorio: ahí estuvieron ya los subversivos, u organizaciones guerrilleras, según la intencionalidad de quien adjetive.

Tal opción es clara y, sobre todo, intelectualmente muy cómoda. Plantear el hecho conteniendo, en distintos momentos, una espiral organizada, asumiendo luego elementos espontáneos que o se sumaron o fueron contenidos por esa forma organizada de protesta, obliga a repensarlo en clave de Y: el "Cordobazo" fue en principio organizado y se sumaron espontáneamente otros sectores, de lo cual puedo dar fe porque estuve ahí, desde la militancia estudiantil.

Cualquier lectura objetiva demuestra que los principales protagonistas -trabajadores industriales y estudiantes secundarios y universitarios- estaban organizados y al 29 de mayo precedieron huelgas de ambos sectores, encuentros para coordinar la marcha hacia el centro de la ciudad de Córdoba, enfrentamientos con fuerzas policiales que no pudieron contenerlos, sumatoria de vecinos desde sus casas o saliendo a engrosar las barricadas ya en marcha, espontáneamente; barrios con mayoría estudiantil o habitados por familias obreras siguieron esta línea al principio espontánea pero que ya respondía al llamado de la marcha central, potenciando la resistencia y, sobre todo, porque tenían el mismo adversario: el plan económico y la represión gremial-universitaria desatada por el gobierno de facto presidido por el general Juan Carlos Onganía.

Resultado: todos estos factores generaron un hecho cuya dimensión no estaba en la planificación de ninguno de sus protagonistas y que fue una rebelión generalizada. Organizada y espontánea, y de nuevo organizándose lo espontáneo y diluyéndose lo organizado, hasta que terminó tácticamente, si bien sus consecuencias aún perduran en la historia de las organizaciones gubernamentales y populares. Ni hablar de los "azos" que le sucedieron en todo el país y de los cuales podría hacer la misma espiral conteniendo ambos elementos confluyendo, sumiéndose, transformándose.

No deja de llamar mi atención que cualquier hecho de la vida contiene ambos ingredientes, si quiere perdurar. Supongamos que una pareja de jovencitos tiene relaciones sexuales espontáneas. Si generan un hijo, desde el mismísimo principio se desarrolla una organización celular que sigue maravillando a quien se dedique a estudiarla. O los medios de transporte. No son buenos por espontáneos: en algún momento, desde empresas privadas o estatales, aparecieron líneas de carretas, tropillas, calesas, trenes, colectivos y, seguramente de a poco, "espontáneamente" se sumaron otros emprendimientos y se complejizó la organización. Y todo así. Un chico se pone a tocar la guitarra en su garaje, se junta con algunos amigos, empiezan a ser escuchados y tenemos a los Beatles. Discos. Recitales. Películas. Organización.

Esta columnista, defensora de la integración, adversaria de la "O" excluyente -que tanto daño ha hecho a la humanidad: medio ambiente o progreso, hombre o mujer, represión o contención-, reivindica el "Cordobazo" como lo que fue, sin necesidad de optar por bandos cuyo mensaje ideológico sólo logra confundir a las nuevas generaciones ávidas de encontrar su identidad histórica sobre bases más realistas que una película de buenos o malos.

MARÍA EMILIA SALTO
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