Lunes 01 de Junio de 2009 12 > Carta de Lectores
Reglas y ética

Una secuela de "la muerte de las ideologías" -es decir: de la pérdida de atractivo de distintas variantes del socialismo- es que en la mayor parte del mundo los gobiernos hacen gala de su pragmatismo. Sus integrantes comparten la opinión del fallecido líder chino Deng Xiaoping, que en una oportunidad declaró que "no importa que el gato sea blanco o negro; lo que importa es que cace ratones". Si bien en nuestra región aún se dan algunos gobiernos, entre ellos los de Venezuela, Ecuador y Bolivia, que se enorgullecen de su compromiso con un ideario izquierdista, en el resto del planeta pocos permiten que sus presuntas doctrinas incidan en lo que efectivamente hacen. Tanto en China como en Estados Unidos, en la India como en los países de la Unión Europea y la mayoría de los latinoamericanos, reaccionan frente a las circunstancias sin preocuparse por las cuestiones ideológicas que obsesionaban a generaciones anteriores. Aunque en términos generales el cambio así supuesto puede considerarse muy positivo, ya que el dogmatismo ideológico típico del siglo XX resultó ser tan mortífero como siempre ha sido el fanatismo religioso, también ha tenido algunas consecuencias negativas. Al proliferar los profesionales de la política que no se sienten identificados con ninguna causa determinada, se ha ensanchado la brecha entre ellos y el resto de la ciudadanía, el que a esta altura da por descontado que, como dijo una vez el ex presidente provisional Eduardo Duhalde, "no hay más mentiroso que político en campaña". Puesto que hoy en día los políticos nunca dejan de estar en campaña, el desprestigio de la elite que conforman puede entenderse.

Con escasas excepciones, los políticos "pragmáticos" parecen estar menos interesados en solucionar problemas concretos, lo que sería bueno, que en conservar el poder y los privilegios que han sabido conseguir y, si es posible, aumentarlos. Aunque el suyo es un ambiente sumamente competitivo, la ferocidad de la lucha entre las distintas facciones no ha impedido el desarrollo de un fuerte sentido corporativo, de ahí el incremento constante de los ingresos que necesitan los políticos tanto para asegurar su propio bienestar como para sus actividades proselitistas. A veces quienes se ven obligados a subsidiarlos, o sea todos los demás habitantes del país, protestan contra sus excesos, pero luego de haber sobrevivido sin dificultad alguna a la fase de "que se vayan todos", los políticos más exitosos saben que no tienen por qué preocuparse.

La campaña electoral que está en marcha se ha hecho notable por la voluntad de los protagonistas, de los que el más destacado es el ex presidente Néstor Kirchner, de mofarse de las reglas no escritas sin por eso violar la ley. Son "pragmáticos" a más no poder. Para los jueces encargados de velar por la salud institucional del país, el que tantos políticos hayan optado por actuar de forma claramente engañosa pero así y todo técnicamente legal ha planteado un problema muy engorroso. El fiscal electoral Jorge Di Lello ha procurado resolverlo avalando las llamadas candidaturas testimoniales pero también advirtiendo que "estos fenómenos, aunque legales", son "probablemente distorsivos de la buena práctica política". Dadas las circunstancias, la opinión del fiscal es razonable, puesto que, a menos que un "testimonial" lo afirme antes, es imposible saber si realmente tiene el propósito de asumir el cargo electivo por el que se ha postulado o si sólo se trata de una farsa destinada a engañar a aquellos votantes que todavía confían en la palabra de quienes dicen aspirar a representarlos en el Congreso. Para aumentar todavía más la confusión, el gobernador bonaerense y candidato a legislador presuntamente testimonial Daniel Scioli y el jefe de Gobierno Sergio Massa han asumido una postura que es decididamente ambigua. Aunque la mayoría supone que no les interesaría reciclarse en diputados nacionales, es posible que a los dos les parezca conveniente aprovechar una oportunidad para alejarse de funciones que podrían ocasionarles una multitud de problemas en los meses próximos para disfrutar de un par de años de tranquilidad relativa como diputados y de tal modo prepararse para enfrentar los desafíos de la etapa "poskirchnerista" que a juicio de muchos ya se ha iniciado.

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