Lunes 01 de Junio de 2009 Edicion impresa pag. 29 > Cultura y Espectaculos
La revancha anónima
El libro "Alta Rotación", de Laura Meradi, indaga en las vidas asfixiantes de los jóvenes que realizan trabajos temporarios. Empleos sin destino, con horarios caprichosos y rutinas obsesivas, a cargo de seres que viajan entre la urgencia, la necesidad, la precariedad y el vacío.

-En "Alta Rotación", el cazador de información y de vivencias parece terminar cazado por una realidad que lo absorbe y hasta lo identifica. ¿Tenés alguna conclusión al respecto?

-No tengo conclusiones, pero puedo agregar una sensación: la de haberme comido todo eso que vi. Y a pesar de haberlo devuelto en la escritura, hay cosas que quedan en el cuerpo para siempre. Ni la realidad que veo afuera ni la que está adentro de mí son las mismas después del libro.

-¿Te parece que para este trabajador sin proyecto, existe algún tipo de redención? Y ¿no hay un aire de revancha en tu libro, por todas esas vidas que anónimamente siguen en la cinta sinfín de los trabajos precarios?

-Creo que sí, pero no podría decirte cuál; ojalá tuviera la solución. Por el momento, el libro es una suerte de revancha personal y ojalá sirva de revancha para muchos otros que están en el libro y fuera de él, soportando estos trabajos precarios.

-Uno se imagina a estas personas, sometidas a procesos de lavado de cerebro por una cantidad bastante baja de dinero. ¿Existe una especie de resignación por parte del empleado a cierto grado de estupidez, o a un puñado de reglas "necesarias", antes que la declinación por un trabajo mediocre asociada a la necesidad a ultranza de comer?

-Ante la necesidad, existe la negación. También existen las pequeñas rebeldías, pero lo único que se logra con eso es dejar expuesto al trabajador. Las ganas de formar parte de algo no están mal; el punto es: ¿parte de qué? Y esa pregunta está condicionada por las oportunidades que tiene cada uno. Es difícil pensar que una persona pueda decidir su destino en relación con un sistema que viene siendo fortalecido y apañado desde el poder. Poca gente puede elegir comer carne todos los días. Y el que es estúpido lo es en todos lados, aunque tenga todas las oportunidades del mundo.

-Uno de los elementos narrativos que más me impactaron, además de la enumeración de productos, horarios y normas (tan necesaria para entender el funcionamiento de esa rueda obsesiva de los trabajos temporarios), fue la inclusión de escenas románticas...

-Una vieja forma de resistir en el trabajo es la seducción y el amor: las parejas entre compañeros. Pero a veces ese amor es tan forzado que no deja de ser otra forma de alienación. En estos trabajos el amor de pareja fracasaba todo el tiempo, quizás como una forma de resistencia propia de esta generación. Eso es lo que percibí y lo que quise mostrar con algunas de esas escenas, como la chica del supermercado que está embarazada de un repositor que está en pareja con otra cajera.

-Por un lado, "Alta rotación" te atrae hacia el final con la idea de obtener más y más secuencias de ese mundo pero, por otro, a medida que avanzas se va volviendo tenebroso. Es decir: un trabajo introduce a una nueva ecuación kafkiana, desgraciada, definitiva, que podría terminar con un portazo pero que jamás termina. Son puertas que conducen a otras puertas. Me recuerdan una obrita de Sartre donde los personajes estaban todos encerrados en un diálogo-cuarto odioso que simbolizaba el Infierno o el Purgatorio. ¿Qué imágenes literarias se te ocurren para todo esto que has relatado?

-No sé si es muy exacta la referencia pero, cuando pienso en mi trabajo como promo-vendedora de tarjetas de crédito en Constitución, no puedo dejar de pensar en esa empresa como la vieja usurera que Raskolnikov asesina en "Crimen y castigo" y en el infierno que se desata inmediatamente después, adentro y alrededor de este estudiante. Es perseguido y condenado.

-¿Tuviste algún miedo mientras realizabas esta investigación, algún momento en el que deseaste dejar atrás la historia para dedicarte a lo tuyo, una novela o un libro de relatos?

-Tuve miedo cada vez que iba a una entrevista o comenzaba en un trabajo nuevo. Miedo de que me descubrieran y miedo también de esa especie de doble vida que vivía todo el tiempo, de que llegara un día en que no pudiera soportarlo más. Pero me fui haciendo fuerte. Cuando estaba en el call center escribí una novela corta de un tirón y recién ahora, cuando solté "Alta rotación", pude volver a ese texto para releerlo y corregirlo. Fue un respiro pero también fue difícil encontrar el tiempo y la concentración para escribirlo.

-¿Has pensado en otros temas, no digo semejantes, pero que impliquen poner el cuerpo para un próximo libro? O, en definitiva, ¿lo harías nuevamente?

-Lo haría nuevamente, sin duda. Pondría el cuerpo, aunque duela más.

 

CLAUDIO ANDRADE


candrade@rionegro.com.ar

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