Viejo: el 17 de mayo cumpliste 85 años y sé que en algún lugar del universo festejarás; en este caso con amistades y familiares que encontraste y recibiste desde tu llegada.
En tu versión Don Cape y en nuestra casa, tus recordados e inigualables asados eran para compartir y mis amigos, que siempre te añoraron, aún hoy mantienen un recuerdo apasionado de tu empatía; la diferencia de edad no era problema, suyas hiciste culturas y vivencias propias a través de tus relatos y actitudes de camaradería.
A pesar de golpes casi mortales con que la vida te retó, la desafiaste y te atreviste a ser feliz, a disfrutarnos sin prejuicios ni egoísmos; sólo vernos y escuchar un "¡Hola, Polo!" significaba que hijos y nietos habíamos llegado y tu sonrisa se hacía más ancha y apacible... tenernos cerca era tu mayor capital de felicidad.
Pasaron 19 años y el tiempo trabaja de tal, pero aún extraño tu risa disfónica y compinche, tus ojos, que cuando nos veíamos parecían agrandarse por el cristal de tus eternos lentes pero era por el esfuerzo para atesorar en tu gastado corazón las imágenes más amadas que te llevarías contigo. Cuántas sentencias de vida me dejaste y repito ante mis hijos... ¿podré compartir con ellos parte del amor que nos brindamos? Siendo tus nietos seguramente será así.
Fue agobiante entender tu partida. Se había quebrado el espejo de nuestras existencias, pero entendimos que alguien en otra dimensión necesitaba un especialista en eso de la nobleza, del amor incondicional y puro; en definitiva, seres como vos deben tener un lugar en el podio de la eternidad a pesar de todo lo racional... y nos resignamos. Este 17 también habrás celebrado, abrazado a tu hijo y a tu hermosa compañera, y sentado al borde de un celeste surco de lúpulo o sobre una nubosa montaña de uvas maduras nos observarás y sonreirás satisfecho: seguimos creciendo, incondicionales a tus principios y a tu honestidad. Siempre estarás conmigo. Tu hijo.
Los ciudadanos de un país y, por supuesto, de una provincia tenemos deberes y derechos constitucionales. Gracias a la democracia podemos manifestarnos libremente, pero vivir en democracia exige responsabilidades. La libertad de uno termina donde empieza la del otro, sin avasallarla.
Parece que en la provincia del Neuquén esto no existe, porque vivimos periódicamente en "estado de sitio". Me refiero a los cortes de ruta a los cuales nos vemos sometidos. Se entiende que se llega a medidas extremas cuando no hay respuesta por parte del gobierno a las exigencias de trabajadores, desocupados, pueblos originarios, etcétera, etcétera.
Este centro de provincia estuvo sitiado hace casi un mes por un grupo de personas de Mariano Moreno que quisieron hacer oír sus reclamos. Lo alarmante es que además de pedir fuentes de trabajo o subsidios solicitaban la destitución de un intendente elegido mayoritaria y democráticamente. Y también muy alarmante, en un Estado de derecho, fue que los manifestantes concurrieran al Juzgado de Paz de esa localidad para firmar un petitorio ¡para destituir al intendente! Lo insólito y que uno se cuestiona es cómo un juez de Paz se presta a semejante violación de derechos constitucionales.
Estoy de acuerdo, por haber integrado la clase trabajadora, con hacer valer los derechos que todos los ciudadanos tenemos, amparados por nuestra Constitución nacional. He participado en muchos paros y marchas, pero esto del corte de rutas creo que es una metodología que habría que recuestionar.
Entiendo que una provincia tan rica esté en la lamentable situación en la que se encuentra: es porque ha tenido muy malos gobernantes que han priorizado su enriquecimiento personal y de los amigos del poder en desmedro del resto. No hay que olvidar que el mismo partido está en el poder desde hace más de cuarenta años sólo cambiando caras. Tampoco, que muchos de los que cortan rutas han votado al gobierno de turno ni que la provincia está devastada financieramente... pero, que yo sepa, no se ha investigado quién vació las arcas, a quién se le otorgaron créditos incobrables, cómo se manejaron los contratos petroleros, etcétera, etcétera.
Sepan todos los que cortan rutas que el único responsable al que deberán reclamar es el gobierno de turno y sitiar su casa; nosotros, los que circulamos, también somos víctimas. A los de Mariano Moreno que protestan les pido que reflexionen; no se dejen influenciar por personajes que sólo tienen mezquinos intereses personales y que no quieren aceptar que los métodos violentos no deben imperar. Y a los supuestos representantes de lograr una mediación de paz, como un juez, que cumplan su función y no sean cómplices de fomentar disturbios.
Tratemos entre todos de convivir en armonía y en paz, respetándonos mutuamente.
Con motivo de haber sufrido un accidente el pasado 30 de marzo en calle España entre Yrigoyen y Nueve de Julio, quiero por medio de la presente expresar mi sincero agradecimiento al taxista que me auxilió y me llevó a mi domicilio, a los ocasionales transeúntes que me ayudaron a levantarme del suelo, a CIMA, que acudió rápidamente, y al Policlínico Modelo, donde me recibieron prontamente y me asistieron -en especial al doctor Ricardo Soto y a la enfermera Liliana, quienes me atendieron con esmero y paciencia y también supieron contenerme con calidez y ternura durante la internación domiciliaria.
A todo el personal de esa institución, que supo brindarse con profesionalismo -y lo que es muy importante, especialmente en esos momentos, con cariño-, hago extensivo mi reconocimiento.
Vamos, Argentina, no pierdas la esperanza. De a poco la clase política irá volviéndose más sensata y efectiva. En la medida en que enfrentemos nuestros problemas irá desarrollándose la república en democracia. En la medida en que esto ocurra irá disminuyendo la pobreza y mejorando la educación y con ello, disminuyendo la inseguridad.
Vota con fe en las próximas elecciones; aunque no lo parezca estamos avanzando y como nuestras falencias están saliendo a la luz tendremos que abandonar las malas costumbres.
No te angusties, Argentina; todavía hay mucho camino que recorrer pero cada vez aprendemos a caminar mejor y a distinguir una zancadilla de un apretón de manos.
Somos un pueblo joven y desorientado, pero tenemos dentro nuestro el instinto y la voluntad suficiente para superar los obstáculos y desprendernos de lo inútil.
"Debemos examinar y valorar el talento en gestión de nuestros próximos gobernantes"
La sequía que afecta a la zona agrícola y el hundimiento de los precios internacionales de los granos han conspirado para desfigurar el presupuesto nacional aprobado para el presente año. Ante semejante coincidencia y bajo el polifónico abucheo del interior agrícola, ministros y secretarios defienden las retenciones como única forma de sostener el gasto social.
La primera deducción es rápida y pintoresca: basar la política nacional de distribución de la riqueza en la probabilidad de precipitación anual define una maniobra de gobierno tan grotesca que asalta mortalmente la credibilidad de sus intenciones. La misma física es aplicable al precio de cereales y oleaginosas, variables ajenas al dominio argentino.
Tenemos entonces un presupuesto subordinado a las retenciones y productores que no sobrevivirán al presupuesto. En esta rueda gira el auténtico problema y, ante la revelación de un problema de cualquier índole y grosor, se abren dos caminos posibles y opuestos: nos enfrentamos a discutir las culpas y gritarnos sobre qué hubiera hecho uno en lugar del otro o nos sentamos del mismo lado de la mesa y analizamos, juntos, las posibles soluciones. Lejos del alcance de la dignidad de nuestra dirigencia nacional duerme esta última opción. El gobierno tiraniza la conducción del conflicto con maniobras temerarias e incendiarias, letales, incluso, para sí mismo, al tiempo que la oposición se cuela en el barco con la insolencia de un polizón, avivando la riña como se sopla el fuego pero sin formular con seriedad ninguna alternativa presupuestaria.
El actual régimen de retenciones a la exportación de granos comete un error espantoso: no distingue. Le da lo mismo un pequeño productor que otro gigantesco, la zona núcleo y las zonas agrícolas marginales son la misma cosa y rendimientos de seis mil kilos por hectárea comparten bolsa con rendimientos de dos mil. Así, agrupados bajo la Mesa de Enlace cohabitan intereses tan distantes como los que defienden una renta deliciosa y los que resisten su propia extinción. La naufragada resolución 125 no sanaba esta infección sino que ofrecía un régimen de compensaciones impracticable y corrompible por la oxidación del aparato estatal, entre otros defectos. La formidable ausencia del INTA en el diagnóstico y resolución de este conflicto, cuyos profesionales en agronomía y economía trabajan activamente en cada zona agrícola del país, demuestra el profundo desinterés gubernamental en los detalles de la realidad agropecuaria.
La solución requiere de una exactitud que, paradójicamente, tiene un paralelismo en la agricultura moderna. La llamada "agricultura de precisión" consiste en observar, mediante sistemas de posicionamiento global y diferentes sensores, los requerimientos y la potencialidad de cada metro cuadrado de la superficie cultivable y entonces dosificar fertilizantes y semillas en forma inteligente, alcanzando una prodigiosa optimización en el uso del suelo.
Se me ocurre bautizar "política de precisión" a la imaginación de un Estado capaz de distinguir minuciosamente las diferentes realidades que conviven en un sector, disgregar los componentes que integran el problema y aplicar en consecuencia políticas puntuales y oportunas en lugar de ensayar generalidades por aproximación. La complejidad del entramado económico y social de nuestros tiempos demanda una presencia política enterada y una gestión competente en lugar de un Estado torpe cuya obesidad interviene por aplastamiento. Los conceptos de calidad de gestión, que han transformado a escala mundial la producción de bienes y la prestación de servicios, basan su estrategia en el conocimiento, en la necesidad de información como ingrediente fundamental de las buenas decisiones y en la calidad de los procesos para llevarlas a cabo. Es imperioso trasladar estos elementos a la gestión pública. Está en nuestra función de ciudadanos la obligación de examinar y valorar el talento en gestión de nuestros próximos gobernantes.
