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Un encuentro de generaciones | ||
En estos encuentros promovidos por algunos campesinos de la zona, participan mayoritamente hombres y apenas unas pocas mujeres y niños. "Es que ya no quedan familias viviendo en el campo, de a poco se han ido trasladando a las ciudades en busca de progreso", dice "Pato" Linares. Luego se rectifica y reconoce que quién sabe si en verdad es progresar ir a vivir a la ciudad y dejar la tranquilidad del campo. "Lo que pasa es que tampoco están quedando escuelas rurales donde mandar los chicos, por lo que las mujeres los llevan al pueblo y los adolescentes cada vez quieren venir menos, entre internet, las salidas de los fines de semana y los atractivos de la ciudad, es difícil que quieran", reflexiona otro de los nostalgiosos. Por eso, las pialadas y las yerras, que reúnen trabajo con diversión permiten también que los pibes se entusiasmen. Cuatro generaciones se reúnen en estas ocasiones. Don Esteban hace el asado, asesorado por compañeros del campo mayores que él, que rondan los 80, mientras Ricardo -que orilla los 60- recuerda sus tiempos de futbolista y Javier, el dueño de casa, se alegra al ver correr y saltar a los más chicos, como lo hacía él hace casi treinta años. "Fosforito", apenas llega a los diez, pero ya cabalga durante horas, monta algún que otro ternero chico, lleva la "marca" caliente y ayuda en la "apartada". Esta viviendo la actividad de campo, se apasiona junto a otros pibitos de su edad con la naturaleza y lo que ella brinda para el sustento. Tal vez allí radique la importancia mayor de esta entretenida faena campestre: animar a los más chicos a que vuelvan a los campos, sostener viva la esperanza de que es posible un futuro mejor para el sector. Si es así, sólo faltará que llueva, porque el campo y su gente estarán listos para recibir el aguacero y volver a darle vida y productividad a la tierra reseca. | ||
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