NEUQUÉN (AN).- En una chacrita de dos hectáreas -apretada por avance de los loteos de Chos Malal- los hermanos Monsalve mantienen una producción de manzanas y uvas que año a año se transforman en la materia prima con la cual fabrican vinos y sidra.
A puro esfuerzo y de manera totalmente artesanal, los Monsalve llevan adelante este emprendimiento que tiene antecedentes lejanos. Es que hace más de un siglo fueron los curas de la Iglesia Católica quienes cultivaron vides e hicieron vinos para propio consumo.
"Eso se fue perdiendo con el tiempo pero partir de los cursos que organizó la provincia y la llegada de ingenieros y agrónomos nos fuimos capacitando y aprendiendo", afirmó Luis Ramón Monsalve, el máximo referente del proyecto familiar que completan Héctor y Sigfredo.
Los manzanos y los perales llegaron desde el Alto Valle a mediados de 2000 pues hasta entonces la familia se había limitado a la plantación de alfalfa. A los tres años, con la primeras manzanas y uvas que fueron recogiendo de los parrales que se ubican en puntos dispersos de Chos Malal comenzaron a experimentar con la fruta. Y ya en los últimos tres años mantienen una producción que ha llegado a un máximo de 900 botellas, de las que sólo un centenar son de sidra.
"Las vendemos a la gente del pueblo y nos estamos moviendo por los alrededores, cuando nos invitan a alguna exposición", agregó Monsalve.
El productor comentó que otro chacarero -que se llama Arturo Rebolledo- ha producido entre 2.000 y 3.000 botellas de vino.
"Todo es artesanal y tiene muy buena aceptación en la gente. El precio está entre los 10 y los 12 pesos y la sidra en 10. El problema es que en cualquier comercio la gente puede comprar una sidra en 5 pesos y a veces no se entiende que este es un producto artesanal", fue más allá Monsalve.
"Tenemos ventajas con los frutales con respecto al Alto Valle porque hay menos plagas por el clima aunque en los últimos tiempos por el avance de los loteos y el aumento de las chacras abandonadas estamos teniendo más dificultades para el control", sostuvo.
Este año, en un experimento, los Monsalve plantaron vid a pocos metros de la costa del río Neuquén y dotaron el terreno con un sistema de riego por goteo. Funciona muy bien.
"En general hemos rescatado técnicas antiguas y evitamos lo más que se puede el uso de plaguicidas. Eso nos da una ventaja comparativa", añadió.
Sin ayuda estatal
Monsalve dijo que por tratarse de una actividad de pequeña escala no han logrado ayuda estatal ni créditos para la compra de maquinarias ni herramientas.
"Esta zona es muy apta para todas estas actividades pero estamos en desventaja y cada vez con menos tierras para plantar", cerró.
Esta semana el gobierno neuquino lanzó la idea de crear un nuevo polo bodeguero en la zona norte de la provincia. Se trataría, claro, de otro tipo de desarrollo productivo.