WASHINGTON (DPA).- El í cono de la industria estadounidense General Motors declarará la bancarrota, si mañana un milagro no lo impide, en lo que será el golpe más humillante para el tambaleante sector del automóvil norteamericano.
Las conversaciones hasta el último minuto entre GM y sus acreedores y el gobierno de Estados Unidos prosiguen este fin de semana y, aunque no se ha admitido públicamente la derrota, todas las partes parecen resignadas a que la insolvencia es inevitable.
GM pasará así a ser la cuarta bancarrota más grande en la historia de Estados Unidos. Será la del mayor fabricante que busca la protección en los tribunales de sus acreedores.
El mayor de los "tres gigantes de Detroit" será el más afectado por la crisis económica global.
El gobierno del presidente de Estados Unidos, Barack Obama, que intenta desesperadamente salvar cuantos más puestos de trabajo sea posible en una industria automovilística en plena recesión, ya tiene un arduo trabajo ante sí con el plan de reorganización de la empresa que se presentará ante los tribunales.
Con ese plan se nacionalizará GM, se transferirá sus mejores activos a una nueva entidad y se inyectarán miles de millones de dólares para mantener a flote GM.
Las decenas de miles de acreedores de GM, a los que se les debe en total 27.000 millones de dólares, podrían ayudar u obstaculizar el proceso. Probablemente ellos tengan la llave de la supervivencia de GM.
El Departamento del Tesoro ofrece a los titulares de bonos un 25 por ciento de la nueva GM si respaldan los planes del gobierno estadounidense.
La Casa Blanca confía que GM, con el apoyo de los titulares de bonos, pueda salir de la bancarrota en un plazo de entre 60 y 90 días, según calcula la prensa estadounidense, aun cuando ese plazo afronte numerosos riesgos.
Una década en bajada
La insolvencia de GM marcará la culminación de una década de declive desde la cumbre de los fabricantes de coches en el mundo. Tan sólo el año pasado, en su centenario, GM perdió el título de primer fabricante de vehículos del mundo, en manos ahora de Toyota.
La industria del motor en Estados Unidos está prácticamente para el desguace como resultado de la profunda crisis que ha frenado drásticamente las ventas.
A ello se suma el propio fracaso de la industria a la hora de modernizarse frente a la creciente competencia de fuera, especialmente durante la última década.
Las ventas de vehículos en Estados Unidos han caído más de un 35 por ciento desde octubre y los fabricantes locales han salido más golpeados que los asiáticos, que ofrecen vehículos más pequeños y de menor consumo de combustible, como Toyota u Honda.
Desde enero las ventas de GM han caído un 45 por ciento. El colapso de esta industria ya costó miles de puestos de empleo y los planes de GM son de recortar otros 35.000 salarios el próximo año.
La fuerza de trabajo podría desplomarse hasta los 200.000 trabajadores.
Además GM comunicó a principios de mes a 1.100 concesionarios que no renovará sus contratos.