Nada es, del todo, lo que parece en el pasaje al 28 de junio. El oficialismo y la oposición maquinan esa elección con la mirada de cada proyecto para el 2011.
El gobierno computa ese reto en gobernabilidad y retomó la reforma de la Constitución provincial, con alardes de que podría incluirse la habilitación para un tercer mandato a favor de Miguel Saiz.
La oposición traquetea. El trazado justicialista se agita entre el arrollador ímpetu de Carlos Soria y la contemplación de Miguel Pichetto. Un triunfo del gobierno nacional consolidará la pretensión del senador de otro intento por la gobernación. Acompaña la campaña de Oscar Albrieu pero otorga el protagonismo al intendente, lanzado en su candidatura.
Frágil equilibrio de ansiedades y ambiciones. Bariloche fue reciente escenario de la primera inestabilidad. Discursos y panfleteadas extrañas al lanzamiento de Albrieu sellaron el cruce de los dos planes gubernamentales. El fastidio y las censuras afloraron entre Soria y Pichetto en ese tramo de la campaña. Un acto en Viedma permitió luego un cuadro concertado y los precandidatos retomaron la calma. Igual quedó expuesta esta guerra fría.
Ni Albrieu ni el radical Hugo Castañón entusiasman. La energía proselitista recaerá así en las estructuras. El PJ enfatiza en un mensaje opositor al gobierno provincial. El oficialismo realza el espíritu de la UCR y amarra el candidato a la imagen de Saiz y de los intendentes.
La provincialización de la campaña no es accidental. Existieron contactos entre las fuerzas que lo explican. La nacionalización impacta negativamente en el oficialismo y en el justicialismo. La UCR se complica cuando tiene que descifrar su sociedad K y se menea mejor con un discurso rionegrino. El PJ ostenta algo de las obras nacionales pero, rápidamente, se vuelve contra las administraciones radicales, fundando el trazo de la aspiración de Soria.
El misterio se forja en el crecimiento del ARI. Su despliegue es reducido, pero expresa un juicio lineal. ¿Cuánto recogerá la lista de Magdalena Odarda de la desaprobación al gobierno kirchnerista y al provincial? Esta boleta sintetiza ambos votos castigo, advierten los analistas. Bariloche parece concentrar esa primacía. Ese peligro atemoriza a las agrupaciones mayoritarias.
El gobierno de Saiz se juega parte de su gobernabilidad en la elección. Requiere de otras acciones. Así desempolva el proyecto de la reforma constitucional. Pasaron dos años de insinuaciones y se avanza hoy en un momento inapropiado. Cae en plena campaña electoral. Sí, es el tiempo de la necesidad de Saiz para retomar iniciativas y retener poder. Tiene un claro sesgo de simulación.
Más aventurada, una corriente del gobierno amaga con que podría habilitarse a Saiz para un tercer mandato. Más impostura. Esa intención no es creíble. No hay elementos sólidos y son pocos los impulsores. El gobernador convalida y espera reacciones frente a aquel deseo que dice ajeno. No lo es. El secretario general Francisco González instaló la re-reelección y él es un reflejo muscular de Saiz. Pero no hay tiempo, no hay poder y no hay voluntad general.
Es obvio que el mandatario ya no dice en privado lo que prometió en público. Se opuso siempre a la re-reelección y negó insistentemente esa inclusión cuando planteaba la reforma constitucional. Esas modificaciones -declaraba el año pasado- serán "una demanda de la sociedad y no una oferta de los políticos". Habría que sumergirse en la profundidad ciudadana para encontrar las razones para perpetuar en el gobierno a un gobernador y un vice. En cambio, hay reclamos por excluir ese actual privilegio para los legisladores.
La retórica reformista todavía aparece solitaria. El único respaldo cierto surgió del presidente de la UCR, Jorge Pascual. Será el primer militante por la continuidad de Saiz pero esbozó una condición incierta y lógica: el triunfo electoral. Esa condición reposicionará al gobierno y, aun así, quedará un largo proceso por delante. El rechazo interno es importante: el senador Pablo Verani se opuso públicamente al plan y el vicegobernador Bautista Mendioroz se aferra a un riguroso silencio aunque no oculta su malestar. Ambos defienden sus proyectos gubernamentales para el 2011.
Las perspectivas se perturban en el contexto de los poderosos. El gobierno ostenta mediciones de la imagen de Saiz y cree descubrir en ellas que la ciudadanía reclama su continuidad, incluso forzando su cambio constitucional.
Leen y difunden parciales encuestas de la consultora Tracking (que pertenece a Gustavo Waldman, ex gerente de Canal 10 de Roca) y ocultan resultados del encuestador oficial Ricardo Vignoni. Éstos desmienten aquellas conclusiones que se pregonan.
Vignoni no es un improvisado ni un extraño. Integra el comando electoral del oficialismo. Fue él quien, en Viedma, delineó el viernes la estrategia en la reunión de la Concertación.
El reservado sondeo provincial de Vignoni refleja una brusca caída en "la imagen de la gestión" de Saiz. El informe se corona con un dato medio del cruzamiento de opiniones favorables con las negativas. El actual es un índice positivo en 8 pero, el año pasado, era de 32 puntos. ¿El derrumbe será el costo de su alineación al gobierno nacional en el peor momento K? Seguramente. Bariloche refleja un saldo negativo, Cipolletti supera ajustadamente el nivel positivo (+ 3), Viedma mejoró en la ecuación (+ 23) y Roca se desgrana aunque retiene un nivel favorable de 23 (Soria está en 70).
Aun así, Saiz retiene la supremacía entre las evaluaciones de los políticos provinciales. Ese detalle aislado fundamenta las trasnochadas ideas de continuidad.
La campaña radical no tendrá restricciones gubernamentales. Se confirmó con la reunión de mandos en Viedma que congregó Saiz. Frente a diputados, intendentes y funcionarios, Vignoni recordó antecedentes de elecciones parlamentarias y expresó que el oficialismo logró capturar en el último tramo de esas campañas hasta 12 puntos con "la militancia y el aparato". Se preguntó si ahora será posible lograrlo. Ese porcentaje equivale a 30.000 voluntades. El caudal que cosechó el PPR en el 2007, que fue la tercera fuerza.
Saiz asumió ese desafío y entiende cuánto porvenir cargan sus próximas prácticas. Acopió ciertos aprendizajes y atenuó enemistades. Recuperó esta semana un canal institucional con la defensora del Pueblo, que ya tenía contactos demasiado informales. González recibió el viernes a Ana Piccinini y restituyó una línea oficial con ese crítico órgano de control.
Quizá éste sea el comienzo de una apertura institucional y política del gobernador. Arrojaría una alentadora mutación. Sería tan gratificante como una certera demostración de Saiz de no querer forzar la Constitución para su bene- ficio.