Para Hugo Chávez, las "únicas" empresas que en Venezuela están exentas de ser repentinamente "nacionalizadas" son las brasileñas. Sólo ellas. Ninguna otra. Las demás, como ya ha sucedido con las argentinas, deben inevitablemente correr ese feo albur. El duro cachetazo propinado por el caribeño a los Kirchner resultó particularmente sorpresivo. Sonoro y seguramente inesperado. Después de todo, el siempre vulgar Chávez acababa de estar, en visita de consultor electoral asesorando a los Kirchner, nada menos que en El Calafate, el paraíso K normalmente poco propicio para quienes no pertenecen al circo bolivariano.
Por esto la Unión Industrial -que hasta ahora acompañó solícitamente toda la gestión de los Kirchner y recibió sus favores- giró esta vez presurosa sobre sus propios talones. Ocurre que con la propiedad no se juega. Pero no es esto lo que dijeron. Quizás porque no es políticamente "correcto". Sólo señalaron tibiamente que Venezuela no une, sino divide. Vaya descubrimiento.
Por ello reclamaron ahora al Poder Ejecutivo (lo que ahora "incluye" también al Legislativo y al Judicial) rechazar el ingreso de Venezuela en el Mercosur. Olvidando, aparentemente, que la propuesta de ingreso contra la que se alzan es precisamente una iniciativa estratégica argentina (es, en rigor, una de las prioridades de la "política exterior" de los Kirchner fogoneada a máxima presión y contra viento y marea) y fue aplaudida por ellos mismos, en otro momento.
Mientras tanto, en el patológico ámbito del Unasur, organismo regional éste que fue diseñado -con la complacencia pícara del Brasil- para servir de púlpito a la izquierda radical latinoamericana, cuya constitución aún no ha sido ratificada por nadie con excepción de Bolivia, que lo necesitaba imperiosamente para validar el controvertido (por parcial, torcido y hasta erróneo) "Informe Mattarollo" -sobre los sucesos violentos que en su momento ocurrieron en Pando-, el trío conformado por Rafael Correa, Evo Morales y Hugo Chávez acaba de coincidir una vez más. Al compás de las propuestas e ideas de Hugo Chávez naturalmente, que es el que tiene la plata. O la tenía, más bien. Pero que aún manda.
Esta vez los presidentes coincidieron respecto de tratar de aprovechar la presidencia pro témpore de Ecuador en Unasur para tratar de amordazar -desde el regionalismo- a la prensa libre latinoamericana, a la que naturalmente acusan de terrorista por haber cometido el gravísimo pecado de animarse a criticar, disentir y opinar de modo que no coincide con el "discurso único" que ellos mismos predican unánimemente, que no admite jamás estar equivocado. Sobre esto último la Unión Industrial no expresó aún preocupación alguna. Aparentemente "duele" algo menos. El tiempo dirá. Como ataque a uno de los valores centrales de nuestra Constitución, la libertad de opinión, la iniciativa del trío mencionado es sumamente grave. Pero nosotros, desde hace rato ya, no defendemos a nuestras "libertades" esenciales con el empeño del caso. Y así nos va. Es hora de cambiar.
EMILIO J. CÁRDENAS (*)
Especial para "Río Negro"
(*) Ex embajador argentino