La crisis del MPN -cuya mayor evidencia radica en la pérdida por parte de ese partido, otrora imbatible, de las principales ciudades de la provincia- se advierte en la falta de cuadros maduros para conducirlo y en la escasez de dirigentes intermedios para llenar las listas de candidatos a concejales de la capital. Tanto como en la ausencia de figuras de peso para echarse sobre las espaldas la compleja tarea de administrar el Estado. Un ejemplo a mano de esto último es la desafortunada gestión del ex ministro Wálter Jonsson al frente de Desarrollo Social, gestión que, a juzgar por el escándalo desatado esta semana con la estafa de los cheques, presentaba tantos flancos que seguirá dando dolores de cabeza al gobernador Jorge Sapag por un buen rato.
Al menos esta vez el gobierno no exhibió la peligrosa tendencia a la morosidad en la toma de decisiones de otras oportunidades, como ocurrió precisamente cuando le tocó separar al propio Jonsson, salpicado por denuncias cruzadas de "irregularidades" en el manejo de los planes sociales.
Pasadas apenas 24 horas de que la defraudación por 180.000 pesos con cuatro cheques robados al ministerio tomara estado público a través de este diario, el ministro interino de la cartera, César Pérez, separó de un solo golpe a una treintena de empleados de la planta política que revistaban en la dependencia donde se consumó el robo.
"No hay caso, los hechos confirman que hay que tener las chequeras bien controladas", reflexionó una empinada fuente provincial.
Y como para subrayar la imagen de firmeza, el propio Sapag salió a denunciar de inmediato la existencia de una "organización delictiva" que usa las cuentas del banco de la provincia.
Si el affaire de los cheques le enturbió la semana al gobierno, al menos éste pudo hacer un balance positivo de la visita que protagonizó la presidenta Cristina Fernández el lunes pasado a Chos Malal.
La promesa presidencial de rociar la provincia con una catarata de 571 millones de pesos en 134 obras -desde viviendas hasta rutas, pasando por plantas de saneamiento y redes de agua y gas- sirvió para endulzar los oídos del oficialismo, mientras los cánticos de un grupo traído desde Cutral Co para incomodarlo atronaban el gimnasio municipal, repleto de bote a bote, con sus cánticos de "se va a acabar/ se va a acabar/ el movimiento popular".
Pero la picaresca política no alcanzó a enturbiar un recibimiento multitudinario que Sapag y el secretario General de la Presidencia, Oscar Parrilli, habían pactado como totalmente "celeste y blanco".
Es cierto, algunos de esos emprendimientos ya fueron anunciados antes y otros acaso no se concreten, pero una cosa es certera: los réditos de la política de buenas migas con el gobierno nacional contrastan con la mísera cosecha de una década de confrontación sobischista. "En ocho años Río Negro recibió miles de viviendas y Neuquén sólo un puñado", reflexionó un funcionario provincial.
Con todo, en el gobierno neuquino se quedaron con las ganas de escuchar de boca de la presidenta un anunció contundente respecto de Chihuido I.
Ocurrió -ya se había anticipado desde esta columna- que en el gobierno nacional estimaron un tanto apresurado el anuncio de que la Anses se aprestaba a financiar las tres cuartas partes de los 1.100 millones de dólares que demandará el proyecto. La explicación corrió por cuenta de un alto funcionario neuquino: "El ´Gringo´ Elías Sapag se fue de boca: Chihuido se va a hacer, pero el gobierno nacional quiere esperar hasta el 11 de junio, cuando se conozcan las ofertas de las cinco empresas que participan de la licitación, para saber cuánto está dispuesto a poner el sector privado. La plata de la Anses está, pero el gobierno quiere evitar que los empresarios argentinos, tan poco afectos a la inversión de riesgo, sigan haciendo buenos negocios con la plata del Estado".
Los cánticos envenenados durante el acto tienen que ver con la puja electoral por las tres bancas en la Cámara de Diputados que estarán en juego el 28 de junio. En principio se trata de una elección bastante sencilla: un escaño para cada una de las tres fuerzas más importantes: MPN, UCR, PJ. Pero esta vez el kirchnerismo arrancó tarde y dividido, y no son pocos los que especulan, tanto entre los radicales como entre los emepenistas, con que el ganador de la elección se llevará dos diputados.
Entre los partidarios de Quiroga se atribuyen la delantera sobre el MPN por un mínimo de 10 puntos y una distancia mucho mayor con relación a Podestá, de la alianza Une-Frente Grande, Rioseco, del Frente para la Victoria, y Escobar, de Libres del Sur.
Pero en el MPN aseguran que Quiroga y Brillo están parejos en el departamento Confluencia y que en el interior la victoria será para "quien haga la mejor campaña".
Alegan que MPN y UCR andan por el 30% cada uno y que Rioseco, Podestá y Escobar juntan entre los tres otro 30%. El resto de los partidos chicos, un 10%. Por eso piensan que el que gane puede doblar la apuesta.
En el kirchnerismo, en cambio, descuentan que esta elección es un plebiscito sobre el modelo de los Kirchner y que la mayoría de la gente optará por la continuidad del proyecto, poniéndole el sufragio al candidato ungido por la presidenta: Ramón Rioseco.
Quien asoma con un discurso renovado es Brillo. El candidato del MPN aspira a convertir esta elección en una oportunidad para relanzar su partido que, admite, está en crisis y puede perder el poder en el 2011. Para cerrar su planteo, advierte que el objetivo de recuperar el partido, y no la opción entre kirchnerismo o antikirchnerismo, es el quid de la cuestión.
El planteo de Brillo no deja de ser audaz. Primero porque no se reclama sobischista ni sapagista; segundo, porque es el primero en el MPN en hacer una suerte de autocrítica pública sobre la decadencia emepenista.
La otra elección, la municipal, promete ser tanto o más divertida que la legislativa. Por lo que se sabe, finalmente Farizano habría decidido hacerla el 23 de agosto. En ella se develarán, al menos, un par de incógnitas no menores: primero, quién gana la interna del MPN, Sobisch o Sapag; segundo, quién se fortalece en el variopinto escenario del oficialismo municipal.
En Une, cuya figura más expectable es el inencuadrable secretario de Gobierno y candidato a concejal Mariano Mansilla, la expectativa es construir un nuevo MPN que supere la desnaturalización introducida en esa fuerza por una década de farra neoliberal-sobischista.
Es curioso, pero muchos de los dirigentes de Une vienen de un franco principismo ideologista y parecen caminar hacia el más amplio pragmatismo. En la Argentina hay una generación que desdeña toda certeza y se abre camino a fuerza de empirismo.
HÉCTOR MAURIÑO
vasco@rionegro.com.ar