El Barcelona regresó hoy a casa con la copa que lo acredita como campeón de Europa de fútbol y convocó a más de un millón de hinchas, que llenaron las calles de la ciudad y el estadio del Camp Nou para saludar a sus jugadores favoritos.
El avión que transportó a los futbolistas desde Roma, donde el miércoles ganaron por 2-0 al Manchester United en la final de la Liga de Campeones, llevaba en su parte delantera la bandera azulgrana.
Josep Guardiola, entrenador del equipo, y Carlos Puyol, capitán, fueron los primeros miembros de la comitiva en bajar del aparato, portando el trofeo. Detrás lo hizo Joan Laporta, el presidente. Laporta abrió una botella de champagne y todos los jugadores comenzaron a mojarse, inaugurando la fiesta.
Después, todos los componentes del equipo se montaron en sendos autobuses para iniciar el recorrido por las principales calles de Barcelona, adornadas con los colores azulgranas. En la parte delantera del autobús de los jugadores se leía "Tricampeones", en referencia a las conquistas de la Liga de Campeones, la Liga española y la Copa del Rey, un hito sin precedentes en el fútbol español.
Por los cristales del vehículo se adivinaban los tres trofeos. El vehículo recorrió las principales calles de la ciudad durante las cuatro horas que duró el trayecto entre el aeropuerto y el Camp Nou, el último punto del viaje, donde los jugadores fueron recibidos por 100.000 hinchas.
El autobús descapotable recibió los vítores de los aficionados y los jugadores vivieron horas de fiesta. Daniel Alves, Gerard Piqué, Vístor Valdés, Thierry Henry y Carlos Puyol fueron algunos de los futbolistas más animados.
En cambio, sorprendió ver a Samuel Eto'o tan apagado, cuando habitualmente es uno de los futbolistas más "calientes" cuando hay celebraciones. Muchos se preguntaban: ¿Es posible que esté viviendo sus últimas horas como jugador del Barcelona? Guardiola y Andrés Iniesta conservaron su comedimiento habitual y ocuparon un papel secundario en los festejos, cediendo el protagonismo a las personalidades más extrovertidas.
Las puertas del estadio del Barcelona se abrieron dos horas antes de la llegada del equipo ante la enorme afluencia de hinchas que querían ocupar un puesto en la grada. Dentro, los aficionados asistieron a un espectáculo de música, fuegos artificiales y animadores, que "caldearon" el ambiente antes de la llegada del equipo.
Los jugadores se presentaron en el Camp Nou con más de un hora de retraso, provocado por el inmenso gentío que les aclamó durante el viaje. Los protagonistas se saltaron el protocolo en cuanto llegaron al estadio y no bajaron al vestuario para asearse antes de comenzar los actos estudiados, sino que pisaron el césped inmediatamente, con Valdés y Piqué a la cabeza.
Los futbolistas tomaron los tres trofeos conquistados esta temporada y se los mostraron a los aficionados. El argentino Lionel Messi no paró de reír y gastar bromas mientras recibía las reverencias de toda la grada. Jamás se vio a un Messi tan extrovertido.
Luego, los miembros del plantel sí accedieron a bajar al vestuario para ser presentados uno a uno ante la afición, que emitió un claro juicio. Sus jugadores favoritos son Messi, Xavi, Iniesta y Puyol. Para ellos fueron las ovaciones más clamorosas.
A continuación sonó el famoso "We are the champions", del grupo Queen, una canción repetida en numerosas ocasiones en los oídos de los futbolistas durante toda la temporada. El confetti azulgrana y la clamorosa vuelta de honor terminaron de completar la emotiva estampa.
El fin de fiesta llegó con los habituales discursos, realizados con voces profundamente roncas. "¡Ya le tenemos aquí!", gritó Guardiola mientras señalaba la copa de la Liga de Campeones. "No queremos parar", dijo Valdés. "Esto es sólo el principio", añadió Iniesta en un esforzado catalán. "Durante toda la temporada mi única preocupación fue sacaros una sonrisa y lo he conseguido", gritó Eto'o. "Prometemos volver aquí el próximo año", proclamó Messi con un hilo de voz casi inaudible. Tras seis horas de intensas celebraciones, los hinchas del Barcelona se fueron a dormir con la sonrisa más amplia posible. La mueca del campeón.
DPA