Miércoles 27 de Mayo de 2009 > Sociedad
El arte milenario de escribir huevos
“La magia de las pysanky” es un arte propio del pueblo ucraniano, quienes obsequian entre sus familiares huevos escritos deseando buena suerte o protección. Aquí en Valle Medio, una mujer rescató este arte y escribió un libro, que fue presentado en la última edición de la Feria del Libro.

“La magia de las Pysanky” es el arte de escribir huevos con distintos símbolos, parte de una tradición milenaria del pueblo ucraniano. Una mujer de Choele Choel, conocida por su actividad profesional de médica pediatra, recientemente presentó un libro sobre este arte, en la Feria del Libro en Buenos Aires, en el stand de la colectividad ucraniana. Ella es Cristina Serediak, quien desde hace algunos años comenzó a rescatar esa tradición familiar de escribir huevos para regalar en época de Pascua, tal como hacía cuando era niña junto a su madre.

El pueblo ucraniano hace seis mil años que tiene esta práctica de escribir con distintos símbolos y colores los huevos, que luego se regalaban entre familiares. Porque obsequiar estos huevos es “regalar vida”, por ello se conserva el interior del huevo y se utilizan otros de distintas especies de aves, y cada distintivo y tonalidad tiene un significado especial.

“En 1991 viajé a Ucrania, justo en el momento en que se separaba de Rusia, y allí viví una serie de emociones muy fuertes, a nivel personal me reencontré con mis familiares directos y también comprendí muchas cosas de la cultura y la tradición de mis padres y amigos, y eso me hizo comenzar a escribir huevos, inicialmente tuve que pedir ayuda a algunas amigas de la colectividad y luego fluyó simplemente y es algo que hago con mucho amor y emoción”, contó Cristina Serediak de Forte.

En esta búsqueda por recuperar sus raíces, la doctora Serediak, comenzó a consultar bibliografía sobre este arte, a intentar buscar la explicación de algunos símbolos que se utilizan y allí descubrió que no existía bibliografía en castellano que diera cuenta del arte de las “pysanky”. Por ello debió recurrir a textos ingleses y canadienses, donde se recuperaba parte de esta tradición.

En el año 2004 brindó una charla-taller en la Feria del Libro, a pedido del estand de Ucrania, donde informó sobre como se escribían los huevos y el significado que tenía. En el 2008 la invitaron nuevamente a brindar una charla y le pidieron que confeccionara un folleto y de ahí partió la idea de escribir un libro, porque la gente pedía textos sobre este arte milenario.

“El primer día frente a la pantalla en blanco fue impactante pero una vez que comencé a escribir fue muy fácil, como si toda la información estuviera ahí. Por ello en el libro rescato desde la técnica hasta el significado de los distintos símbolos y como se elige la simbología de acuerdo a quien va dedicado el huevo. A su vez fue un libro en el que participó toda la familia, porque el diseño es de mi hijo menor Adrián, la recopilación de datos sobre la historia y su evolución la realicé con mi hijo mayor Pablo y la corrección del idioma y del texto en general lo hicieron mi esposo Roberto y mi hija Mariana. También tengo que hacer un agradecimiento especial a Rubén Baqueiro que fue quien empezó a difundir acá lo que yo hacía y a Roberto Baudi que leyó el primer borrador y me dio algunas indicaciones”, señaló Serediak.

Este libro cuenta con una carta de presentación, escrita por Vira Mañko, la mayor escritora de huevos de Ucrania, y también con las opiniones de las colectividades ucranianas de diversos países, como por ejemplo de Canadá, donde son muy aferrados a la tradición.

En relación a la corrección del idioma en el texto que escribió inicialmente, la autora de “La Magia de las pysanky” explicó que como aún conserva su idioma natal, el ucraniano y que se basó en libros de este país para poder realizar el suyo, en muchos casos realizaba una doble negación propia de su lengua pero que en castellano quedaba mal.

Su historia, como la de tantos inmigrantes europeos, está signada por el huir de las consecuencias de la Segunda Guerra Mundial y de la añoranza de las tradiciones y de la familia que quedaron a miles de kilómetros. Los padres de Cristina Serediak, escaparon de la guerra y ella nació en Austria y cuando tenía solo dos años de edad arribó a la Argentina. Aquí su educación se dividió entre la escuela estatal los días de semana y el colegio ucraniano, los días domingos cuando se reunía la colectividad. Así conservó su idioma materno y también muchas de sus costumbres.

“Es tal la riqueza de estos huevos que no hay dos iguales, porque cada uno responde a una creación particular y cada región de Ucrania tiene su distinción de símbolos, son mínimas las diferencias pero quien conoce las puede identificar. Este año el modisto Gucci, en la colección otoño-invierno presentó vestidos inspirados en los pysanky y fue toda una sensación”, comentó Cristina.

En Choele Choel, la presentación del libro “La magia de las pysanky” se realizará el viernes 29 de mayo, a las 21, en la Biblioteca “Nicolás Avellaneda”.

La técnica de escribir huevos

La técnica de escribir huevo, que se transforma en una pysanka, comienza con la elección de un huevo, de cualquier ave, aunque lo más común es de gallina, que no tenga porosidades ni irregularidades en su cáscara. Se lo coloca en vinagre para que se limpie bien y luego se marca con un lápiz, el bosquejo de lo que se quiere lograr.

Luego con un “kistka”, un huesito con el que se va escribiendo se van poniendo los colores y sobre ellos cera de abeja. En general se comienza con el blanco, luego con el amarillo, naranja, rojo y negro finalmente. La técnica que se utiliza es la de batik, y luego se coloca el huevo en calor, ya sea en el horno o sobre una vela, para sacarle la cera y luego para finalizar se barniza.

La simbología y los colores se eligen de acuerdo a quien va dedicado el huevo. Por ejemplo Cristina Serediak, escribió un huevo para su nieta y utilizó pollitos –que significan protección-, flores y colores vivos, por ser para una nena.

La escritura de un huevo conlleva entre ocho y diez horas de trabajo. En Ucrania hay un museo, en la ciudad de Kolomyia, que tiene 15 mil huevos en exposición y no hay dos iguales.

Fuente: quincenario "Noticias del Valle Medio".

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