Hugo Chávez, el amigo bolivariano, ha vuelto a meter al matrimonio Kirchner en un baile. La decisión de nacionalizar tres empresas argentinas, tomada intempestivamente, se da en medio de una campaña electoral crítica para el oficialismo, justo cuando su estrella está en declinación y cuando la Presidenta y su esposo chicanean a todos con que no se animan a discutir el "modelo".
El presidente de Venezuela ya los había comprometido mal con la valija de Antonini Wilson, con la tasa de interés que le cobró a la Argentina cuando los petrodólares financiaban los bonos locales y con varios etcéteras más.
Ya había expropiado Sidor al grupo Techint hace unos meses y habría pagado (unos U$S 2 mil millones) recién hace unos días.
Poco antes, el presidente de Venezuela había compartido un fin de semana en El Calafate con Cristina y Néstor y había sido pomposamente presentado como un "aliado estratégico". Todas estas circunstancias le dieron aire a todas las cámaras empresariales para salir en fila a demandar un compromiso oficial de la Argentina en defensa de la emblemática firma. Es que la profundización del "modelo" que proponen los Kirchner fue interpretada como una posibilidad de ataque al sector privado, que podría repetirse si el oficialismo gana las elecciones, tras los avances que el Estado realiza sobre empresas en las que logró acciones, a partir de la estatización de los fondos jubilatorios.
Si Chávez les comunicó a los K la nueva decisión de nacionalizar y ellos no se lo trasladaron al grupo local es una cosa, pero si no les dijo nada, como confiesan en la Casa Rosada, directamente los traicionó. El daño ya está hecho. Lo que indica que los Kirchner lo han tomado como algo grave es que volvieron a adoptar la actitud de otros episodios similares: se contraen como un bicho bolita. Y si la situación no era tan delicada, el silencio inicial la ha potenciado. (DyN)