Jueves 21 de Mayo de 2009 Edicion impresa pag. 44 > Cultura y Espectaculos
MEDIOMUNDO: Ocaso y resurreción de Randy

Como Mickey Rourke, Randy ha estado solo muchos años. Tuvo su momento de gloria pero ya pasó. No sabemos cómo, simplemente se fue. Sin embargo, esa marea de excitantes sucesos dejó a Randy desnudo e incomunicado. El tiempo pasa facturas onerosas a quienes viven al límite y para gente como Randy, hijos de su propia ley, algunas de ellas pueden ser impagables.

Tantas batallas ha soportado que su cuerpo es hoy un perfecto tatuaje del dolor. Y son tantos los tendones rotos, los huesos trizados, las venas aplastadas bajo el peso de oponentes enormes como él, que es un auténtico milagro que la máquina siga en marcha.

Tampoco es un secreto que la vida también hizo un buen trabajo con su corazón o, mejor dicho, con los dos corazones posibles en cada hombre y mujer, el músculo que empuja, y el otro, ese que dialoga en el pecho pero que guarda sus fotografías en la parte trasera de la cabeza. Por patético que suene, a este samurai sólo le quedan postales tristes en el carrete.

Su intento por recomponer un vínculo con su hija hace más evidente aún que ciertas cosas cuando se quiebran se quedan así por siempre jamás. Randy no ha cambiado mucho. Su nena, ahora una joven estudiante que lleva al viejo "carnero" en el alma como una herida, lo sabe. ¡Qué remedio, Randy!

"Quise borrarte, fingir que no existías pero no pude", le confiesa en una desgarradora conversación que ambos mantienen caminando por lugares que una vez transitaron cuando ella era apenas una niña y creía que su padre era una persona en quien confiar.

La suerte de Randy está echada. Un guerrero sólo sabe guerrear. El amor ha golpeado su puerta demasiado tarde. Apenas si le queda su reputación. Así se lo hace saber a esa nudista que trata de sacarlo del infierno, interpretada por Marisa Tomei.

El último de sus actos será también el que mejor lo ha definido a lo largo de su carrera: Randy, suspendido en el cielo del ring, haciendo su golpe más célebre: la cornada. Una pieza de acrobacia osada y brutal.

Curiosamente, el sacrificio de Randy proyecta la resurrección de Mickey Rourke en este filme, "El luchador", dirigido por Darren Aronofsky.

Al igual que su personaje, Rourke supo besar el cielo y luego, como es público y notorio, perdió el rumbo hasta quedar básicamente en la ruina actoral y económica.

Bienvenido a casa, le dijo Sean Penn en la última entrega de los Oscar. Una forma de premiar este increíble trabajo actoral. Eso, bienvenido seas Randy. Un gusto tenerte entre nosotros.

CLAUDIO ANDRADE

candrade@rionegro.com.ar

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