EL BOLSÓN (AEB).- El primer temporal de lluvias del año multiplicó los problemas en la región cordillerana. En la zona aledaña a El Bolsón, los desbordes en el río Azul dejaron asiladas a unas 20 familias.

Se trata de vecinos radicados en el acceso a la Reserva Natural Protegida y que utilizan la pasarela "Margarita Riquelme" como único medio para sortear el curso de agua. Como uno de los brazos del río rompió las defensas, se originó un nuevo arroyo que no permite el desplazamiento de los pobladores.

Ahora se ven obligados a cruzar a caballo la peligrosa correntada o dar largos rodeos por la provincia del Chubut para abastecerse. Ayer manifestaron su preocupación por los días de clase que pierden sus hijos y advirtieron sobre las condiciones sanitarias de personas mayores que "puedan necesitar auxilio médico".

Se quejaron además "por la desidia del DPA, ante el que hemos gestionado máquinas para que haga las defensas en verano, pero nunca nos escuchan".

A su turno, un funcionario del Departamento Provincial de Aguas aclaró que "no es nuestra competencia el mantenimiento de las pasarelas" y que "tampoco evaluamos como de emergencia la actual coyuntura", aunque se manifestó predispuesto a buscar una solución rápida al problema suscitado tras las crecidas.

Del mismo modo, las aguas bajan turbias y con inusitada velocidad por el cauce del río Quemquemtreu, aunque todavía no se produjeron inundaciones en las viviendas ribereñas.

Desde el comando de incidencias, montado en el cuartel de bomberos voluntarios, Hugo Fernández llevó calma a la comunidad e interpretó que "el principal problema no lo representan los ríos, porque están escurriendo bien hacia el lago Puelo, sino el anegamiento de algunas casas por agua de lluvia".

Por su parte, la oficina municipal de Acción Social confirmó que cuenta con leña suficiente "para auxiliar a las familias carenciadas que lo requieran", al igual que mercadería no perecedera.

Los distintos organismos competentes intentaban ayer articular acciones para disponer de un sistema de alerta temprana durante la temporada invernal, que incluye el control de las altas cuencas de los ríos y arroyos, con la premisa de prever los golpes de agua que por su intensidad puedan socavar las defensas establecidas en las riberas con mayor densidad poblacional.