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En Neuquén funciona una "escuela de amantes" | ||
Su objetivo es enseñar a mejorar el vínculo de pareja. Las actividades son teóricas. "¿Por qué ellos van al prostíbulo?", se preguntó la fundadora al idear el proyecto. | ||
Acomodado en un sofá, el mafioso habla de sus prostitutas y sonríe irónico. "Mi mujer no hace sexo oral porque con esa boca besa a mis hijos". Billy Cristal, la psiquiatra, escucha a Robert De Niro y suspira a desgano. Paul Vitti, el gángster neoyorquino, disfruta la escena. Para él los roles son esos: hay cosas que hace con su esposa y otras que prefiere pedirle a una prostituta. No es necesario ser un mafioso reprimido como el que encarna De Niro en la deliciosa "Analízame" para decir, pensar y actuar como Vitti. El gran negocio del sexo pasa por ahí. En los que sobran propuestas los: "Cumplí tus fantasías", "el servicio más completo" o "la garganta más profunda". "Todas cosas que los hombres creen que sus mujeres no pueden hacer, no quieren, no saben. Ahí, con esa película, terminé de entender que lo que falta es educación, instrucción, ayuda". Rosana Süther es licenciada en Historia, está a punto de comenzar un posgrado en psicología, pero también es la directora de la primera Escuela de Amantes que se conoce, y que funciona en Neuquén. Hace un par de años Süther puso sus ojos en el estudio de géneros, y su interés se centró en los roles del hombre y la mujer en la sociedad neuquina de principio de siglo. Terminó y decidió caminar la noche, entrevistó prostitutas, indagó en vida marcadas por el prejuicio, intentó la "reinserción" de varias. Escuchó historias durísimas, fatales. También se enteró de que casi siempre los hombres pagan para hacer lo que creen no conseguir en casa. Y que a veces sólo se acuestan a hablar con mujeres que no son la suya. "Hay conocimientos formales e informales que se pierden en el camino. Charlando con chicas que cobran por sexo me di cuenta que ellas, paradójicamente, podían ayudar a muchas mujeres a recuperar a sus hombres", explicó. La historia, la prostitución, el cine y la docencia se mezclaron para cuajar en una llamativa Pyme que hoy cuenta con 34 adherentes y un cuerpo docente de seis profesionales. El curso es de ocho clases ("psicología social del sexo", "sexología", "educación sexual y profilaxis", "artes amatorias", "cocina afrodisíaca", "masajes eróticos", "juguete sexual" y "taller de la sexualidad"), que parece una terapia de grupo pero no lo es, que tiene más parejas de amigos o familiares que de amantes, que seguramente algún sábado tendrá en el frente del salón a "alguna chica o chico que viven del sexo". El objetivo primordial es educar "en un ámbito donde todos nacemos analfabetos". "¿Diferencias con una terapia convencional? Aquí aprendés a hacer masajes sexuales, cocina afrodisíaca, te instruís en sexología. Es decir, la diversidad nos define", señala Süther. El gran objetivo es aprender a mejorar el vínculo con la pareja, también derribar el concepto social de que la mujer debe "estar siempre espléndida, como una perfecta ama de casa", y que el hombre está obligado a "ser el macho dispuesto y semental, dentro y fuera de su casa". "La importancia de la educación sexual es determinante. Tiene que ver con la planificación familiar, una sexualidad plena y libre de enfermedades y embarazos no deseados. Hay que entender que el aborto es la principal causa de muerte entre mujeres jóvenes", señaló. | ||
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