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Con toda la gloria | ||
Latinoamérica generó a lo largo de su historia un género indefinido, que se parece al folclore en mucho, pero que tiene influencias de otros. Es en todo caso música latinoamericana, que tiene un sello en cada país pero una identificación latinoamericana inconfundible cuando trasciende la frontera. Elegí casi caprichosamente a cuatro o cinco para mostrarlos como exponentes; una de ellas es Mercedes Sosa, también Víctor Heredia, Silvio Rodríguez, Quilapayún y el indiscutido Alfredo Zitarrosa. Pero hay un grupo que volvió por estos días y que creo debe estar entre los que son propiedad de esta parte del continente, más que de su propio país. Los Olimareños, expresión bien uruguaya de la música, decidieron juntarse para la gloria, porque fue sólo para recordar viejos tiempos, para desempolvar canciones de lucha, para mostrarse ante su gente y para por una horas situarse en ese peldaño que sólo ocupan los consagrados. Y vaya si ellos lo fueron, tan consagrados que hablar de Los Olimareños es hablar de esa música latinoamericana que no entiende de fronteras. Si hay algo popular en esta parte del mundo, eso es el fútbol. Y mire si Los Olimareños son importantes para su país y para parte del continente que utilizaron para el regreso el estadio más grande de Montevideo, aun a costa de suspender un partido de la Copa Libertadores. Ni antes del recital o los recitales ni después de ellos, Los Olimareños se presentaron como tales. La decisión fue justamente volver por un par de noches, porque como era de imaginar, el anuncio de un recital no era suficiente para tamaña cantidad de seguidores. Lasentradas volaron, hubo que programar otra presentación, pero no más que eso, porque los mismos Olimareños no querían un regreso permanente, sólo por esta vez y después de 20 años de no cantar juntos. Pepe Guerra y Braulio López, los dueños del dúo, fueron declarados Hijos Ilustres de Montevideo en vísperas del concierto largamente esperado por los uruguayos, declaración bien ganada en función de lo que son para la música, para las reivindicaciones de los trabajadores y de los hombres del ambiente rural de Uruguay, temática que les significó en tiempos de dictadura el exilio por más de 10 años. El legendario grupo uruguayo se formó en 1962, pero rápido trascendió las fronteras de su país para convertirse en patrimonio de Latinoamérica, porque su música se instaló en varios países que sufrían el mismo flagelo del desempleo, de la pobreza, de la desigualdad y, en una época, de las dictaduras. Cantar como ellos cantaban y decir lo que ellos decían tenía su costo y muchos exponentes de la música lo saben porque lo sufrieron. Ellos hicieron del canto y de la música un compromiso social, porque eso es lo que cantaron, temas comprometidos y siempre alejados del marketing. No era eso lo suyo. En tiempos de la dictadura en Uruguay sus canciones fueron prohibidas. Ellos se fueron para volver con toda la gloria junta. En mayo de 1984 llenaron el estadio Centenario bajo una lluvia intensa que no impidió que sus canciones volvieran a estar en boca de todos. Y volvieron, ahora volvieron con el recuerdo intacto de voces, de gestos, de expresiones ante su gente que por tantos años de ausencia, pero de presencia a la vez, se sintió identificada con ellos y con su música, con los temas elegidos, con las reivindicaciones sociales que defendieron desde la música. Ni folclore ni otra cosa, simplemente música latinoamericana en un retorno cargado de reconocimiento bien ganado. | ||
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