El gobierno comenzará a moverse. La noticia es alentadora. Sólo que la intención tendrá un exclusivo empeño electoral. Debilidades políticas y beneficios públicos harán de la próxima una "elección de aparatos".
Los sondeos preliminares confirman ese itinerario. Ningún candidato de las fuerzas mayoritarias llega a los dos dígitos en su intención de voto.
Una encuesta oficial muestra casi un triple empate. En otra, sólo la arista Magdalena Odarda se aproxima a la decena. El justicialista Edgardo Albrieu y el radical Hugo Castañón ni alcanzan los 5 puntos. La primacía corresponde a indecisos. Este sector supera el 70%.
Tantos rionegrinos no concurrirán a las urnas con esa fluctuación electoral. Hay un mes y medio de jaleo proselitista.
El oficialismo debe dilucidar su marcha y mensaje. ¿Son opositores o son kirchneristas? Esa disyuntiva no está resuelta.
El gobernador Miguel Saiz venera todavía al kirchnerismo y le pronostica un triunfo en el país por más del 40%. Un pensamiento recluido a su despacho. El resto del radicalismo tiene otro análisis y actúa en sentido opositor.
En las tribunas de campaña, Castañón y el presidente de la UCR, Jorge Pascual, fustigan -sin piedad- al kirchnerismo. Ni hablar del discurso de Pablo Verani. El senador califica de "autoritarios" a los socios de Saiz. ¿Cómo conciliar esas posiciones? No será nada cómodo. Hay temores y malicias para cuando todos coincidan el viernes en Viedma en la tarima de un encuentro de dirigentes y funcionarios.
Podrá existir menos virulencia con los Kirchner, pero ¿Saiz querrá aminorar su convicción y su fidelidad a ese poder? Al contrario, el gobernador quiere moderar la crítica ajena. Logró que Castañón no fuera al Gran Rex para participar del lanzamiento del Acuerdo Cívico y Social.
Equilibrio promete el gobierno. Así se justifica ante el secretario general Oscar Parrilli. Su par en Río Negro, Francisco González, le aseguró que nada es como parece en la política local mientras buscaba en Buenos Aires un mejor trato para los municipios radicales en el reparto de las obras de Nación.
Saiz sí ratificará el viernes que el aparato estatal-radical se aglutinará detrás de la candidatura de Castañón. El poder reproduce poder y el oficialismo sabe de eso.
Albrieu es la propuesta del intendente Carlos Soria. El roquense lo cobijará con su estructura en el Alto Valle. Soria prevé que su gestión y el prestigio de Albrieu garanticen una diferencia suficiente en ese distrito. El resultado en Cipolletti puede ser determinante. El rol del intendente Alberto Weretilneck será central. El cipoleño mantiene compromisos con la UCR, pero aún no los muestra activamente.
No hay aprecio oficial a su candidato, pero bien sabe que parte de la gobernabilidad se juega en la elección del 28 de junio. Un triunfo otorgaría a Saiz una sólida raíz para campear los dos años y medio que le quedan por sostenerse entre los avatares de la economía y la sucesión oficial.
No lo oculta ahora, pero el vicegobernador Mendioroz ahondará su cruzada gubernamental tras este comicio parlamentario. Esta campaña intentará superarla con bajo perfil. Apoya a Castañón, pero tutela la lista arista de Odarda-Fabián Gatti. Son dos aliados que preserva para su proyecto del 2011. Persistirá en su raid de trámites y gestiones, desde el Tren del Alto Valle hasta el apoyo a la UNC, pasando por otros planes para Viedma y Bariloche. Todas plataformas para cultivar alianzas internas y ex-ternas.
La administración provincial alberga otros aspirantes. El ministro de Educación César Barbeito reveló su pretensión, y su similar de Hacienda Pablo Verani modificó prácticas con igual anhelo. Ambos proyectos conviven.
Curiosa rotación ofrece la política. Otro ministro Verani aterrizó en Río Negro. Hay registros financieros para preocuparse, pero el contador -como nunca- transmite tranquilidad y sosiego. Atempera ánimos y desplazó de ese tradicional papel al vicegobernador, quien alerta hoy que el déficit mensual ronda los 48 millones de pesos. Esta mutación de roles tiene un basamento político.
Nadie explica por qué el Ejecutivo remitió -en un hecho inédito- un proyecto para reformular el presupuesto, aprobado hace cuatro meses. ¿Sincerar números? No lo hizo. El déficit se aprobó en 103 millones y en Hacienda lo estiman en más de 300 millones.
A fines de marzo el gobernador insistió en que no reduciría los fondos para obras públicas y la reforma presupuestaria lo contradijo. La Legislatura atenuó ese impacto, aunque la baja será de 50 millones. Pero existió una paradoja. Los diputados discutían cómo minimizar ese recorte y Verani los sorprendió con el anuncio en Cipolletti de la pavimentación al puente de la Isla Jordán. Todo un gesto en favor de su alianza con Weretilneck.
Persiste un interrogante. ¿El espacio del ministro es para él o es para su tío, el ex gobernador? No está resuelto ni entre ellos. El senador sueña con su regreso. El contador no desecha su proyección provincial pero, últimamente, piensa más en su postulación a la jefatura de Cipolletti. Ya lo habló con Weretilneck. Pero el intendente tiene un escollo: Julio Arriaga analiza su vuelta al municipio.
Primero está el desafío del 28 de junio. Ahí, el gobierno definirá parte de su futuro. Ya se advierte que el repliegue de Saiz dejará sospechas de su paso gubernamental.
Demasiado liviana de argumentos está la extensión del contrato por cinco años en favor de Crown para explotar sus casinos. Una resolución de Lotería sostiene un negocio de casi mil millones de pesos (la facturación de Crown ronda los 150 millones anuales). Su presidente, Gonzalo Sanz Aguirre, transmitió que la Fiscalía de Estado dictaminó que no era necesario un decreto. Saiz parece convalidar esa opinión porque ninguna otra norma apareció cuando pasaron siete meses de aquella resolución. No deberían existir dudas. Aun apurado, cinco días antes de dejar su mandato, el ex gobernador Pablo Verani firmó el decreto 1.640 cuando benefició a Entretenimientos con otros cinco años en el manejo de los casinos andinos. Particular recelo evidenció Saiz cuando en el 2004 reconsideró el contrato por el Cerro Catedral, que ratificó la Legislatura. Todo es distinto ahora.
Hay celeridad sorprendente y suspicaz en ciertos trámites de la cosa pública cuando otros -mucho más beneficiosos para la gente- tienen retrasos pasmosos. El Ipross aún no comenzó con los trabajos de informatización. La falencia es vieja, pero Alcides Pinazo -hace año y medio- lo planteó y lo anunció entre sus prioridades. El organismo administra 150 millones de fondos del Estado y de sus afiliados. Esta modernización permitiría disponer de un esencial instrumento para controlar y fijar políticas. El Ipross aún recurre a los prestadores y los contratistas para disponer de su información. Asombra y apena. Los aplazamientos -otra vez- se explican en las disputas internas por imponer diferentes contratos millonarios.
Impresiona la simplicidad estatal para desatender prioridades públicas y sojuzgarse a demandas individuales. La campaña electoral también marcará esa preferencia.