Lo dijo una vez el ex juez neuquino Roberto Abelleira: "lo que no está en el expediente no está en el mundo". De ser así, el nombramiento de Oscar Pandolfi como profesor consulto de la Universidad Nacional del Comahue no existe, porque en el expediente no está.

Como es de conocimiento público, el Consejo Superior de la UNC decidió rechazar un pedido de prórroga de la designación de Pandolfi como profesor consulto. Esa decisión es nula, como lo habría sido la contraria, porque Pandolfi nunca fue nombrado profesor consulto. No se puede prorrogar una resolución que nunca existió.

Como se verá más adelante, el propósito de esta nota es el de advertir que para decidir sobre una propuesta de designación de un profesor extraordinario con categoría de consulto no se debe merituar tanto el ejercicio profesional (si el candidato lo tiene) como los antecedentes académicos. Es por esos antecedentes que a la universidad puede interesarle que un docente de 65 años, ya alcanzado por la jubilación, continúe, como consulto, en algunas labores de docencia y/o investigación.

Antes, sin embargo, es preciso revisar el escueto expediente iniciado en la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales el 13 de diciembre de 2005, cuando el Consejo Directivo decidió pedir al Consejo Superior de la UNC la "solicitud de designación" de Pandolfi como profesor consulto. Sorprende que apenas dos meses después, el 3 de febrero de 2006, el mismo Consejo Directivo decidiera pedir "la prórroga" de la designación a partir del 1 de febrero de 2006 y con una remuneración equivalente a la de profesor adjunto con dedicación simple. En la cabeza del expediente un "extracto" reza "s/prórroga designación de Oscar R. Pandolfi".

La resolución 003, que pide la prórroga, en el "visto" invoca el artículo 3 de la ordenanza del Consejo Superior 0369/03, según el cual el profesor Pandolfi "debe ser designado profesor consulto para seguir desempeñando tareas docentes". Ese artículo remite al 2 de la ordenanza, que establece la edad de 65 años para la jubilación de los profesores regulares. No dice, obviamente, que a partir de esa edad los regulares deban transformarse en consultos.

El "considerando" que sigue habla de que Pandolfi "tiene asignada actividad académica de investigación y docencia que se vería seriamente afectada sin su participación". El último folio del expediente que llegó al superior, número cuatro, contiene en una carilla un denominado -y sintético- "plan de actividades" de Pandolfi para el año.

La resolución del Consejo Superior que deniega la prórroga de un nombramiento inexistente (salvo que haya por ahí una resolución ad referéndum del rectorado que no está en el expediente) arranca, como quiera que sea, de un error. Es así porque la fundamentación de la moción que triunfó se basó en la labor profesional de Pandolfi, quien es el titular de un importante estudio jurídico de la región, tan importante como para que haya sido elegido por el ex gobernador Sobisch para su defensa.

Según la información relativa al debate que tomó estado público, Pandolfi no fue impugnado por su trayectoria académica sino por ser un "defensor de violadores".

Siendo así, la decisión implica recortar, aunque sea de modo indirecto, la garantía constitucional de la defensa en juicio, porque significa que, si bien un abogado puede defender a quien quiera, debe cuidar la elección de sus clientes si aspira a ser un docente universitario regular y no sólo consulto. Menciono también al profesor regular porque el argumento, fundamentalmente ético, vale para cualquier docente puesto que la denuncia abre un espacio de mucha mayor amplitud y ambigüedad, sobre todo tratándose de la enseñanza del Derecho. ¿Puede un juez que absuelve por el beneficio de la duda a un imputado del delito en cuestión, o que le aplica una condena leve, ser docente universitario?

También alcanza la impugnación basada en el ejercicio profesional a otras disciplinas. Quien quiera iniciarse en la docencia universitaria -sea abogado, ingeniero, médico, contador público-, si ejerce su profesión puede tener que afrontar un cuestionamiento ante una denuncia por mala praxis si es médico o porque trabaja para una empresa de relaciones turbias con el Estado si es abogado, contador o ingeniero. El abogado, además, ofrece flancos más expuestos en su actividad profesional, porque como penalista puede defender a un asesino sádico o a un gobernante corrupto.

La UNC no tiene definido, como otras, qué es un profesor consulto. Sí lo ha hecho, por ejemplo, la Universidad Nacional del Sur, mediante una resolución de su Consejo Superior que en 1993 aprobó el "Reglamento para la designación de profesores extraordinarios". El artículo 4 dice que el profesor consulto es "una figura de méritos extraordinarios en el campo de su especialidad científica, técnica o humanística cuyo aporte a la vida universitaria y a la formación de recursos humanos ha merecido el reconocimiento mayoritario de sus pares y discípulos, de modo tal que resulta académicamente conveniente contar con su consejo y participación para el desarrollo sostenido de un área o departamento". Más adelante, el artículo 10 establece que el profesor extraordinario -emérito, consulto, honorario- "debe mantener una conducta paradigmática" y que "podrá ser sometido a juicio académico por las causas contempladas en el reglamento vigente sobre la materia".

He tomado al azar a un profesor consulto de la Facultad de Medicina de la Universidad de Buenos Aires, que es el doctor Samuel Finkielman, cuya carrera docente se inició en 1964 como adscripto en Medicina Interna y culminó en el 2006 como profesor emérito.

El doctor Finkielman llegó a ser titular de esa materia en la UBA y tiene 95 trabajos científicos publicados desde que inició su carrera docente. Los más importantes fueron incluidos en las prestigiosas revistas extranjeras "Nature" y "Science".

En síntesis, el currículum vitae del doctor Finkielman rebosa de méritos académicos y deja la impresión de que ha dedicado más vocación a la universidad que al consultorio.

Pandolfi fue noticia cuando el gobernador rionegrino Osvaldo Álvarez Guerrero, en diciembre de 1983, lo nombró ministro de Gobierno, cargo al que renunció en marzo siguiente. Después fue legislador provincial y presidente de la Unión Cívica Radical, hasta que abandonó la militancia política y se dedicó a su actividad profesional y académica.

Sus antecedentes académicos tampoco figuran en el expediente que llegó al Superior. En la biblioteca central de la UNC no hay ningún libro suyo. Sólo un artículo publicado en una revista sobre la violación. En la de la Facultad de Derecho hay un texto que con excesiva generosidad podría ser tenido como un libro. Es, en realidad, un cuadernillo de 46 páginas útiles titulado "La reforma de los delitos sexuales".

JORGE GADANO

jgadano@yahoo.com.ar