El presidente Barack Obama acaba de designar al profesor de la Universidad de Georgetown, Arturo Valenzuela, secretario de Estado Adjunto para Latinoamérica. Algunos diarios destacaron la designación de un "hispano" para dirigir los asuntos en la América al sur del río Bravo. Pero Valenzuela, más que "hispano", es un latinoamericano de pura cepa, nacido en Chile y, lo verdaderamente importante, es uno de los intelectuales más notables de América Latina, profundamente comprometido con la búsqueda de una mayor calidad institucional en nuestras tierras.
Arturo Valenzuela es compilador, junto con el politólogo español Juan Linz -profesor en la Universidad de Yale- de la obra más importante que se ha escrito sobre el fracaso del presidencialismo en América Latina. "La crisis del presidencialismo" (Alianza Editorial) se ha convertido en un clásico de los ensayos sobre este tema, de ineludible lectura para quienes están interesados en participar en los debates sobre las ventajas que ofrecen los sistemas parlamentarios. Son memorables las intervenciones de Valenzuela en las "mesas redondas" que sobre el agotamiento del presidencialismo tuvieron lugar en el Centro de Estudios Públicos de Chile en los años ´89 y ´90 con la presencia de Giovanni Sartori, Carlos Nino, Juan Linz y otros importantes politólogos latinoamericanos (www.cepchile.cl).
En un artículo publicado recientemente en el "Journal of Democracy", Valenzuela ha insistido en su tesis de que los latinoamericanos ven en los presidentes una suerte de mesías que arreglarán todos los problemas. En su opinión, en vez creer en el presidente, hay que depositar la confianza en las instituciones y fortalecer la labor de los partidos políticos en el Estado de derecho. Para Valenzuela el problema del presidencialismo es que da lugar a gobiernos demasiado débiles o demasiado fuertes. En los últimos veinticinco años hay 16 presidentes que no llegaron al fin de sus mandatos en América Latina dada la fragmentación política y las dificultades del presidencialismo en ofrecer una lógica que ayude a formar mayorías. En el otro extremo, hay dos o tres países en América Latina que tienen un presidencialismo fuerte, basado en unas mayorías que los hacen caer en un sistema de tipo plebiscitario.
Según el profesor Valenzuela, el objetivo más importante de la agenda política latinoamericana es encontrar el modo de fortalecer las instituciones. Nos equivocamos cuando pensamos que con las reformas económicas de primera y segunda generación se iban a conseguir instituciones fuertes. La consolidación de la democracia es una tarea complicada, difícil y que llevará largo tiempo. Encuentra una de las claves en los gobiernos de coalición de Chile. La capacidad de formar, desde la divergencia, coaliciones que son fuertes porque están basadas en partidos políticos fuertes, con capacidad de crear consensos. La lógica de las coaliciones basadas en partidos fuertes es diametralmente opuesta a las coaliciones basadas en personalidades fuertes.
En relación con la integración de América Latina señala que, a diferencia de la Unión Europea, conformada por países de similares dimensiones, aquí tenemos un continente fragmentado, con la peculiar hiperpresencia de Brasil. Se han creado instituciones con lógicas irreales, pensando que iban a conseguir todo: la integración política, económica e industrial, y fracasan porque los proyectos totalizantes no funcionan. En su opinión deberíamos seguir el ejemplo de los europeos, que tardaron cincuenta años en crear un sistema de integración en base a empezar dando pequeños pasos. América Latina debiera poner la atención en el drama más grande que tiene y que es el tema energético. Tomar como base una integración energética que funcione, acordando dónde instalar los oleoductos y los gasoductos. Así surgirá una integración que pronto irá más allá de lo económico.
Como señalara en alguna oportunidad Giovanni Sartori, sabemos que las instituciones no pueden hacer milagros, pero es difícil alcanzar buenos gobiernos sin contar con buenas instituciones de gobierno. Del mismo modo, tampoco podemos esperar milagros ni del presidente Obama ni de sus colaboradores. No obstante, en ocasiones, la designación de personas intelectualmente preparadas incrementa el promedio estadístico favorable a los milagros.
ALEARDO F. LARÍA (*)
Especial para "Río Negro"
(*) Abogado y periodista.