NUEVA YORK (AFP) - La brutal reestructuración de la red de concesionarios de automotores de Chrysler y General Motors en Estados Unidos dejará cesantes a decenas de miles de asalariados, con un impacto social mucho más profundo que la reforma de sus plantas. Chrysler anunció el jueves que cortaba sus lazos con 789 de sus concesionarios, un cuarto de su red actual.
General Motors lo imitó ayer anunciando planes de separarse de 2.400 revendedores, 1.100 de los cuales antes de fines de 2010.
A razón de medio centenar de empleados por concesión, implicaría hasta 150.000 empleos suprimidos, el equivalente a 0,2 punto porcentual de la tasa de desempleo, calcula el economista Joel Naroff.
En comparación, los planes de reestructuración de GM y Chrysler prevén "solamente" 47.000 y 3.000 empleos suprimidos este año, respectivamente.
Los dos constructores realizaron ya en los últimos años recortes draconianos en sus efectivos: 32.000 empleos suprimidos por Chrysler desde 2007, 31.000 por General Motors solamente el año pasado.
Según David Cole, presidente del Centro de investigaciones sobre automotores, con sede en Ann Arbor (Michigan, norte), el mayor efecto del anunciado cierre de concesionarios es que "pone el tema de la industria automotriz ante la mirada de todo el país": la crisis ya no está localizada solamente en algunos estados de la vieja industria del Medio Oeste, donde se concentran las plantas de los constructores estadounidenses. "Es más doloroso localmente" que los cierres de fábricas, dijo George Magliano, responsable de investigación del sector automotor en IHS Global Insight. "Ellos (vendedores) eran con frecuencia la base de toda una comunidad", afirmó. "El efecto dominó puede ser significativo", aseguró.