JERUSALÉN.- Fue un momento histórico y conmovedor en el centro de la memoria al Holocausto Yad Vashem en Jerusalén: un Papa alemán se arrodilló ante las seis millones de víctimas, depositó una corona de flores blancas y amarillas y habló después con sobrevivientes del genocidio contra el pueblo judío durante la época de los nazis.
Después, el pontífice cargó con palabras claras y precisas contra las voces que niegan el Holocausto. "¡Los nombres de estas víctimas no deben ser borrados jamás!", apuntó Benedicto XVI en el punto central de su mensaje. "Su sufrimiento no debe ser negado, relativizado u olvidado jamás".
Tanto judíos, como cristianos y musulmanes siguen con igual interés cada paso y cada palabra del Papa en Tierra Santa, atentos sobre todo a lo que él no dice. Durante su visita al actual centro conmemorativo de Auschwitz, que recuerda al mayor campo de exterminio nazi durante su ocupación de Polonia, Benedicto XVI hizo hace tres años referencia a su origen alemán. Ahora, en Yad Vashem, no lo hizo. En contra de lo que esperaban muchos judíos, el pontífice tampoco habló del papel de la Iglesia durante el genocidio en Europa.
Se daba por descontado que un pontífice católico debía visitar el centro en memoria del Holocausto durante una visita en Tierra Santa, sobre todo si es un Papa alemán. Sin embargo, era necesario encontrar una solución diplomática para Benedicto XVI, ya que su entonces pontífice Pío XII es representado en el museo de Yad Vashem como un sumo pontífice que no protestó "ni por escrito ni de forma oral" contra el exterminio de los judíos. Benedicto XVI difiere en ese punto. Por ello, evitó el museo durante su visita a Yad Vashem.
El "expediente Pío XII" es un tema pendiente desde hace varios meses en el escritorio del Papa en el Vaticano. Se trata de la beatificación del antiguo pontífice. Benedicto XVI ya ha dejado traslucir en varias ocasiones que estampará pronto su firma en el documento.
HANNS DAHNE
(DPA)