1. Javier Pastore. Tiene todas las características de un pecho frío, ese rótulo tan hiriente como injusto que el fútbol le tiene reservado a muchos grandes jugadores que juegan sin la demagogia tribunera de tirarse al piso, pelearse con los rivales y correr más que la pelota. En cambio, prefieran jugar con la pelota.
Se parece, Pastore, mucho a Lucho González, otro crack de La Quema. Y otro gran jugador del tipo "pecho frío". Flacos y espigados, no dan la talla para tanta habilidad, pero la tienen de sobra y eso confunde. Se mueven como desinteresados de toda entrega por la camiseta, pero no. Lo que entregan es fútbol.
Nacido en Córdoba Capital a mediados de 1989 y hecho en Talleres, Pastore llegó a Huracán en 2007 y por suerte lo dirige Ángel Cappa. Pero, ¿qué será de Pastore? Es un hecho que se irá a Europa ¿para qué? NO hay entrenador, salvo Josep Guardiola en el Barcelona y hasta ahí nomás, que necesite del juego de Pastore. Aún así se lo van a llevar para que algún entrenador alimente su ego mostrando cómo a Pastore lo convirtió en un obediente carrilero que corre y corre.
2. Ángel Cappa. El fútbol suele no darse cuenta de algunas cosas. O lo hace demasiado tarde. Cappa es uno de los sucesos más importantes que le ocurrirá al fútbol argentino. No por su supuesto lirismo ni por sus ideas futbolísticas que supuestamente le gustan a la gente. Sino por ciertos gestos de grandeza que rescatan al fútbol más allá de Huracán.
Gestos como reunir a Pastore y César Menotti en un almuerzo o cenar con Diego Cocca, técnico de Godoy Cruz, y Ricardo Caruso Lombardi, entrenador de Racing, para hablar de fútbol. Y gestos como el de visitar el museo de la ESMA para que sus jugadores sepan de los horrores ocurridos allí adentro durante la última dictadura. Lástima que todo esto dependa de los resultados. Mientras tanto, el fútbol será un poco mejor.
JUAN MOCCIARO
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