Hace 32 años Favaloro operaba a mi padre. Unos años atrás se suicidó, pero antes dejó una carta donde pretendía señalar a la mayoría de los políticos y empresarios corruptos su decepción y a la vez su desesperación por nuestro país.
Mi papá Beto descansa en paz desde el 7 de febrero. Se fue lleno de tristeza y decepción por los conductores políticos, gremiales y también algunos terratenientes y ganaderos.
Compartió ideales con Alfonsín y a nuestra familia dejó un bello legado: la dignidad.
Ahora se marchó Alfonsín, quien como político nos dejó el más bello legado que pueda necesitar un país: la democracia, y como persona supo transmitir otro importante legado humano: la dignidad.
Para nuestra familia, ellos han sido tres ídolos. Tuvimos la dicha de disfrutarlos.
Favaloro fue importante para muchísimos argentinos y para la medicina en general. Mi padre fue importantísimo para su familia y también, al menos, significativo en la política local (fue secretario de Hacienda municipal del radicalismo de Alfonsín, pero no tuvo la fortaleza para luchar contra los incipientes corruptos y renuncio a su cargo). Y Alfonsín fue, es y será importante para toda nuestra Nación.
Nuestra democracia pasó por una gestación terrible, dolorosa para poder nacer. Luego de su feliz nacimiento, transitó por una niñez llena de entusiasmo, alegría, tropezones y caprichosamente y para bien logró dejar la casa en orden.
Por último ingresó en una adolescencia donde se permitió transgredir nuestras leyes. Se vanaglorió como un adolescente utilizando bastiones como la promiscuidad, la corrupción, la droga, la vagancia, etc., y hasta vergonzosamente fue burdamente irrespetuosa con su familia. Aún desoye la palabra de quienes no gritan, no patotean, son humildes pero trabajan y poseen muchos conocimientos y tienen experiencia.
Es hora de dejar la adolescencia.
¡Es hora de ingresar a la adultez !
Silvia Rosales, DNI 11.608.196
Regina